miércoles, 27 de marzo de 2013

Vuelve a retrocede el servicio militar




- Obligatorio, voluntario y problemas de fondo

Con el decreto Supremo publicado por el gobierno que permite el sorteo para cubrir las necesidades de las Fuerzas Armadas en cuanto a personal de tropa, parece que se ha vuelto a retroceder en estos temas del servicio militar. Más aún si el propio  jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, José Cueto, no sabe cuál es la real necesidad de su sector: “Cuestionamientos siempre habrá pues se desconoce la verdadera carencia de militares”, dijo tras insistir que el servicio sigue siendo voluntario.

Es verdad. Nadie a ciencia cierta sabe cuál es el requerimiento real y efectivo de personal de tropa y subalterno de las FF.AA. Los llamamientos (también) son en función a las tareas administrativas en las decenas de cuarteles urbanos que han terminado por trastocar el verdadero espíritu de un servicio acuartelado. Este modelo diseminado en todas las principales ciudades del país heredado de la época militar de los sesenta y setenta, ha hecho que ahora, la cúpula de las Fuerzas Armadas indique - muy sueltos de huesos - que se necesitan sesenta mil soldados por año.

En muchos casos para sostener también la burocracia de la oficialidad que sin tropa no tendría sentido. Por eso, antes de pedir una cantidad determinada o promulgar este tipo de normas deberían establecerse real y en perspectiva de los tiempos futuros y las relaciones bilaterales con los países vecinos, cuál debe ser el requerimiento y quiénes deben o no deben asistir al servicio militar. Hasta hace años y de acuerdo a información internacional las Fuerzas Armadas peruanas tenían el tercer número de personal en tropa después de Brasil y México. Aunque en los últimos años ha cambiado pues Venezuela y Colombia han repuntado, sigue siendo numerosa y excesiva en función al promedio de habitantes.

Si se trata de comparar – que es uno de los criterios que siempre enarbolan los militares peruanos para hacer estas exigencias – con lo que solicitan están superando en número la realidad militar chilena. Claro que la excusa permanente en el país son los remanentes del narco senderismo, donde una vez más se puede inferir el bajo profesionalismo de las Fuerzas Armadas para no poder acabar con estos facinerosos. 

¿Dinero escaso? no pueden argumentar, porque en las últimas décadas y gobiernos tras gobiernos se han llevado gran parte del presupuesto nacional, el que se ha ido, precisamente, en mantener esa inmensa burocracia que significa la administración cuartelera y claro, cuando no, también en corrupción.

Que ahora la discusión se haya centrado en el Servicio Militar Obligatorio (RSM) o Voluntario a raíz de este nuevo decreto, no mira sino sólo un ángulo del problema. Partiendo que la democracia tampoco llegó al enrolamiento militar en el Perú. Pagar 1800 soles como lo establece por parte de aquellos que no quieran hacer el SMO(V) no es sino un parche eventual y discriminatorio que está lejos de resolver los problemas de fondo. Los peruanos (as) deberían acceder a este servicio de manera remunerada (y no de propinas) durante el ejercicio del servicio, las mujeres deberían también tener el mismo trato que el de los varones, como no sucede en la actualidad donde ellas, si quieren acceder, es en menor número y prácticamente pagándose sus implementos.

Los criterios de patriotismo, disciplina y valores morales que tanto intentan “vender” los licenciados y oficiales como propios de la vida militar, no son sino el mismo discurso demagógico que utilizan los políticos cuando intentan vender su pan en tiempo electoral. Estos criterios no son propios del Ejército, así como ciertos valores no son de propiedad de la iglesia, estos se forman, se refuerzan y se estimulan dentro de la familia bien constituida y una sociedad igualitaria.

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viernes, 1 de marzo de 2013

La Inseguridad en un click



Los casos de inseguridad se han visibilizado más gracias a la interacción de las nuevas tecnologías de información. A pesar que las cifras señalan que desde el 2000 al 2011 los hechos de inseguridad y violencia se han casi duplicado, lo cierto es que estos casos y su exposición fácil por el avance de estas herramientas, ha aumentado la percepción (palabra tan usas por estos días para desvirtuar estos hechos) de inseguridad y han cubierto en vivo y casi en directo un hecho sangriento que podría imaginarse generalizado.

Pero la inseguridad  generalizada como realidad actual puede tener dos sentidos por supuesto. Si uno observa en cadena nacional el horrendo asesinato en una notaría en pleno corazón de Lima, entonces uno puede suponer que ya no está libre de la inseguridad en ninguna parte del país. Peor si las imágenes entregarán detalles del asesinato. Ahora se sabe (al menos hay indicios que aclaran el hecho) que en realidad esta modalidad de “marcas”, habría sido perpetrada como las que han existido desde hace años sin que nadie se escandalice en los ribetes que ahora sucede y que claro, tiene su justificación porque están ahí las imágenes colgadas en las redes para recordárnoslo, lo que antes no sucedía.

Lo mismo estaría pasando con el asesinato del fotógrafo Luís Choy. Las primeras investigaciones darían cuenta que se trataría de un tema pasional, el hecho que sea periodista de un importante medio y que éste a su vez haya declarado “duelo nacional” para el periodismo lógicamente apuró “oportunamente” a los políticos de oposición  a demandar mayor actuación del gobierno y por ahí parece que han encontrado un epíteto que no podrá sacarse este mandato porque la inseguridad ha estado, está y seguirá estando tan presente, precisamente porque los recursos tecnológicos usados por casi la totalidad de ciudadanos en la actualidad (llámese celulares) nos lo transmitirán nuevamente.

Los planes de seguridad que mediante leyes y reuniones conjuntas entre diversos estamentos  que ahora se anuncian a raíz de estos y otros hechos violentos, no van a dar mayores resultados en el corto plazo. Tal vez en el mediano y seguro en el largo plazo, pero esto implica - ya se ha dicho hasta la saciedad - de una revolución en tema de capacitación, purga y renovación de las fuerzas policiales y su interacción con la ciudadanía. Así asuma nuevamente la presidencia del Consejo de Seguridad el mismísimo presidente de la república, al primer hecho violento narrado por cadena nacional y entregado por cualquier hijo de vecino a estos medios, nos recordarán una vez más que casi nada se ha hecho por combatir la violencia.

Pero esta se origina no sólo porque se  presentan en nuestras pantallas. El crecimiento económico (ergo la pobreza), la impunidad y hasta la injusticia social - económica, son elementos tangibles que alientan la inseguridad y la violencia. Cuando la ciudadanía observa que con saco y corbata los políticos se llevan sendos millones y salen con toda la caradura a justificar lo injustificable, entonces el combustible de la injusticia azuza más la violencia, pero a todos estas variables que en realidad siempre han existido ahora se suma que se mediatiza más por una naturaleza propia del manejo de información de nuestros medios de comunicación.

Por eso los otrora grandes espacios para la información, investigación y análisis en medios tan populares como la televisión, ahora empiezan con el “asesinato del día”, o sino lo hacen con la “trampa del día”. Y sin rubor pueden pasar de uno al otro tema sin pestañar. Esta nueva clasificación de los noticieros y programas de fondo supeditados a los hechos violentos o espectáculos nos refuerzan la idea de inseguridad. No la acrecienta, sólo la muestra y así no lo hiciera la proliferación de medios audiovisuales igual, nos lo harían recordar, por eso es que la sensación de estar en tierra de nadie prevalecerá.

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