- Francisco
Bolognesi y la idea real de peruanidad
Siempre
que he tenido la oportunidad de hablar en clases de historia,
(orígenes) de la república y en general el concepto o el origen de
la idea de peruanidad he recurrido a las cartas de Francisco Bolognesi. Para
poder explicar lo entreverado y difícil que es hablar de la falta de identidad
en el país, estas cartas me han servido de una estrategia didáctica
inmejorable. Primero porque la mayoría de escolares (seguramente universitario
y en general millones de peruanos) no las han leído y contextualizado para
entender la situación peruana en la guerra del Guano y Salitre de 1879 y segundo
porque hasta antes de la guerra, la idea de país – nación no había germinado en
el Perú.
A
propósito del Día de la Bandera Nacional, hecho que se instauró a raíz de la
batalla de Arica (7 de junio de 1780), las cartas de Bolognesi no han merecido
un lugar que corresponde en la enseñanza educativa nacional en todos sus
niveles. Un poco debido a esa tergiversada idea de endiosar injustificadamente
algunos héroes para, precisamente, justificar varias de las derrotas de nuestro
Ejército y otro tanto por no entender en su totalidad la figura de Bolognesi,
en esos sectores que los izquierdistas llamarían “las clases dominantes”, que
no son más que la mala interpretación del sentido real e historiográfico que
deberían tener los contenidos en el currículo.
Y recurro a las cartas dirigidas a
su hijo Enrique (http://goo.gl/xWGys)
días antes de la batalla y sobre todo a la de su esposa (http://goo.gl/cOVIl) Más
que un canto de amor, una herida de la decepción profunda de los líderes del
Ejército y del país de entonces. Bolognesi fue un coronel que cuando Chile
declara la guerra al Perú ya estaba en sus cuarteles de invierno. Aún así se
alistó. Debido al “linaje” familiar y ciertos conocimientos militares le dieron
el grado de coronel. A ciencia cierta sabría desde un inicio que las cosas
estaban perdidas, más aún en el morro de Arica estaba convencido plenamente de
ello. La respuesta a los chilenos donde niega rendirse (….quemar el
último cartucho…) que sí conocemos porque así han querido los libros lo pinta
como un patriota cabal.
Pero eso
significaba ser patriota en plena guerra, pero también decirles las verdades a
sus jefes. El coronel Leyva convencido por el ambicioso Piérola, se negó asistir
con los refuerzos desde Moquegua - Arequipa y así quedaron a su suerte. Con un
presidente cobarde fugado en pleno conflicto como fue Mario I. Prado y con el
“Califa” importándole sólo el poder, Bolognesi sabía que íbamos a perder la
batalla. Tal vez en eso se basa la mayor idea de patriotismo de Bolognesi que
entendió que el Perú no era hasta entonces ni remotamente una nación en
términos políticos y menos históricos. Quiso parir en el país esa idea mediante
su sacrificio.
De paso
desnudó a la dirigencia política y militar de esa etapa negra de la historia
del país. No se fue sólo para la fotografía donde aparece casi desmayado con el
brazo derecho apuntando hacia la nada, mientras es muerto con un culetazo de un
soldado chileno y que han adornado nuestros textos. Se fue para que, desde
entonces, los peruanos sintieran su territorio. Así, días antes le escribe a su
esposa. “… Esta será seguramente una de las últimas noticias que te lleguen de
mí, porque cada día que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de
rendición o aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas son
latentes y determinantes. Los días y las horas pasan y las oímos como golpes de
campana trágica que se esparcen sobre éste peñasco de la ciudadela militar engrandecida
por un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear
sin desmayo en el combate para no defraudar al Perú…”
Y termina dando una clase de honor que
deberían aprender miles de gobernantes y militares que han deshonrado el país
“... ¿Qué será de ti amada esposa? Tú que me acompañaste con amor y santidad. ¿Qué
será de nuestros hijos, que no podré ver ni sentir en el hogar común? Dios
va a decidir éste drama en el que: los políticos que fugaron y los que
asaltaron el poder tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han
dictado con su incapacidad la sentencia que nos aplicará el enemigo. Nunca
reclames nada, para que no se crea que mi deber tiene precio…”
No sólo lo traicionaron a él y al país.
Él mismo gritó hacia la mar la palabra “traición” dentro del campo de batalla.
Las minas que debieron explotar en el momento del asalto del morro por parte de
los chilenos y matar ambos mandos, nunca se activaron. Calculando lo que iba a
pasar cuando le escribió a su hijo Enrique. “… Creo que seré el pato de la
boda por ocupar este puesto que es el ensueño del enemigo… Ya estoy
fastidiado, deseo que llegue el momento de un ataque para descansar del
modo que quieras entenderlo….” De esos hechos está llena nuestra
historia y cuando se narra a los alumnos con detalles, fechas y terribles
coincidencias de lo que pasaba en el país y como perdimos finalmente, se forman
una idea cabal de lo que es verdaderamente tener identidad, conocer y entender,
al menos, a los que intentaron originarla.
Lea esta columna en Cerbatanas en
www.proycontra.com.pe
Y recurro a las cartas dirigidas a su hijo Enrique (http://goo.gl/xWGys) días antes de la batalla y sobre todo a la de su esposa (http://goo.gl/cOVIl) Más que un canto de amor, una herida de la decepción profunda de los líderes del Ejército y del país de entonces. Bolognesi fue un coronel que cuando Chile declara la guerra al Perú ya estaba en sus cuarteles de invierno. Aún así se alistó. Debido al “linaje” familiar y ciertos conocimientos militares le dieron el grado de coronel. A ciencia cierta sabría desde un inicio que las cosas estaban perdidas, más aún en el morro de Arica estaba convencido plenamente de ello. La respuesta a los chilenos donde niega rendirse (….quemar el último cartucho…) que sí conocemos porque así han querido los libros lo pinta como un patriota cabal.
Pero eso significaba ser patriota en plena guerra, pero también decirles las verdades a sus jefes. El coronel Leyva convencido por el ambicioso Piérola, se negó asistir con los refuerzos desde Moquegua - Arequipa y así quedaron a su suerte. Con un presidente cobarde fugado en pleno conflicto como fue Mario I. Prado y con el “Califa” importándole sólo el poder, Bolognesi sabía que íbamos a perder la batalla. Tal vez en eso se basa la mayor idea de patriotismo de Bolognesi que entendió que el Perú no era hasta entonces ni remotamente una nación en términos políticos y menos históricos. Quiso parir en el país esa idea mediante su sacrificio.
De paso desnudó a la dirigencia política y militar de esa etapa negra de la historia del país. No se fue sólo para la fotografía donde aparece casi desmayado con el brazo derecho apuntando hacia la nada, mientras es muerto con un culetazo de un soldado chileno y que han adornado nuestros textos. Se fue para que, desde entonces, los peruanos sintieran su territorio. Así, días antes le escribe a su esposa. “… Esta será seguramente una de las últimas noticias que te lleguen de mí, porque cada día que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendición o aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas son latentes y determinantes. Los días y las horas pasan y las oímos como golpes de campana trágica que se esparcen sobre éste peñasco de la ciudadela militar engrandecida por un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear sin desmayo en el combate para no defraudar al Perú…”
Y termina dando una clase de honor que deberían aprender miles de gobernantes y militares que han deshonrado el país “... ¿Qué será de ti amada esposa? Tú que me acompañaste con amor y santidad. ¿Qué será de nuestros hijos, que no podré ver ni sentir en el hogar común? Dios va a decidir éste drama en el que: los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapacidad la sentencia que nos aplicará el enemigo. Nunca reclames nada, para que no se crea que mi deber tiene precio…”
No sólo lo traicionaron a él y al país. Él mismo gritó hacia la mar la palabra “traición” dentro del campo de batalla. Las minas que debieron explotar en el momento del asalto del morro por parte de los chilenos y matar ambos mandos, nunca se activaron. Calculando lo que iba a pasar cuando le escribió a su hijo Enrique. “… Creo que seré el pato de la boda por ocupar este puesto que es el ensueño del enemigo… Ya estoy fastidiado, deseo que llegue el momento de un ataque para descansar del modo que quieras entenderlo….” De esos hechos está llena nuestra historia y cuando se narra a los alumnos con detalles, fechas y terribles coincidencias de lo que pasaba en el país y como perdimos finalmente, se forman una idea cabal de lo que es verdaderamente tener identidad, conocer y entender, al menos, a los que intentaron originarla.
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