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No ofrecen un servicio, hacen un negocio y
son verdaderos filibusteros
Hablando de panzones y de quiénes se la llevan linda, no cabe duda que las
corporaciones educativas sobre todo estas vinculadas alguna religión o dogma son
las verdaderos panzones (as) que en protuberancia le ganan a cualquiera de los
que ahora están en debate a raíz de quien conspira contra quien. Lo cierto es
que en esta actual realidad los que siguen creciendo en arcas y en colesterol
monetario son los grupos estos que han encontrado en una serie de beneficios y
ausencias la mina de oro desde hace muchos años. Estos filibusteros son los que
realmente conspiran contra la sociedad.
A nivel nacional la matrícula en las instituciones educativas particulares
(muchas vinculadas a universidades) han subido sus pensiones en un 20 % en el
mejor de los casos y han llegado hasta un 30% sin el menor desparpajo que les
da el “derecho” y libertad de cobrar lo que se les viene en gana. Y esta ya
denunciada argolla con las editoriales no ha cambiado en lo más mínimo tras las
múltiples evidencias en relación a las prebendas que se les entregaba a
directores y promotores olvidándose de la calidad educativa y fijándose sólo en
engrosar sus bolsillos.
Actualmente la manera más elegante de quitarles dinero sin mucha
justificación a los padres de familia es a través de la educación. La ausencia
de una educación estatal de calidad por culpa sempiterna de los gobiernos,
dirigencias y leyes anacrónicas, ha hecho que el crecimiento económico que se
puede observar en algunos sectores, se plasme en la creación o mayor matrícula
de estudiantes en colegios privados con la esperanza de cubrir una necesidad de
buena educación, que en muchos casos, en instituciones particulares no es tan
cierta como se vende.
Ante la proliferación de covachas educativas en viviendas sin mayor
control, las grandes instituciones que pueden atender una educación de “mayor
nivel” han empezado a canibalizar a los padres de familia sin mayor regulación
y cada año suben matrículas, suman pedidos editoriales, servicios anexos de
seguros, movilidad y un sinfín de razones, todo, con el sólo propósito de sacar
dinero y comisiones jugosas con estos supuestos servicios. Lo peor: la ausencia
de control. Cuando Indecopi intenta regular algo se mete con la escuelita
fiscal de la esquina que cobró cinco soles más por matrícula, cuando muchas
veces este dinero aprobado por padres de familia justifica una serie de gastos
durante el año en el colegio.
Incluso, en una torpe comparsa medios de comunicación y sindicatos se suman
al carga montón contra la escuelita, pero con estos lobos disfrazados con
pieles de diversas religiones (donde obviamente la católica y sus colegios se
llevan el premio mayor), no dicen nada. Con el pretexto de educación privada
este principio en realidad ha quedado al desamparo. La mayoría de estos padres
de familia, incluso, no son por asomo residentes de sectores A o B, por el
contrario son estos grupos emergentes que intentan sacar adelante mediante la
educación a sus hijos, pero se encuentran con una traba que se corona en la
Universidad privada que supuestamente es
la panacea para del éxito.
Aunque siempre es bueno saber cuál es la madre del cordero para identificar
nuestra actual realidad, esto en parte deviene de estos decretos fujimoristas
que liberalizaron la educación y donde han nacido la mayoría de estas corporaciones
que ahora se les encuentra haciendo política con toda la concha y naturalidad
del mundo. Obviamente abogan por el statuo quo e intentar mover un ápice para
regular este descontrol supuestamente atenta contra los principios básicos de
una sociedad, claro, la sociedad a su medida. Estos colegios y universidades no
pagan impuestos y si es que no exceden algunos cobros que tienen que ver con el
nivel de las pensiones no les va pasar nada. Claro, como las pensiones las
suben, entonces asunto arreglado.
La mayoría de estas instituciones cobran jugosas primas por el sólo hecho
de ingresar que puede alcanzar miles de dólares. Esta teoría de conspiración
histórica que señala que a los gobiernos les favorece una educación de pésima
calidad para que precisamente sus educandos públicos, brutos totalmente no
puedan aspirar al reclamo o a la justicia, tiene sentido cuando uno observa
que, efectivamente, o no se atiende a la escuela pública o universidades y no
se regula al menos estos cobros injustos y usureros de estos verdaderos
filibusteros de la educación.
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