- Obligatorio, voluntario y problemas de fondo
Con el decreto Supremo publicado
por el gobierno que permite el sorteo para cubrir las necesidades de las
Fuerzas Armadas en cuanto a personal de tropa, parece que se ha vuelto a
retroceder en estos temas del servicio militar. Más aún si el propio jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas
Armadas, José Cueto, no sabe cuál es
la real necesidad de su sector: “Cuestionamientos
siempre habrá pues se desconoce la verdadera
carencia de militares”, dijo tras insistir que el servicio
sigue siendo voluntario.
Es verdad. Nadie a ciencia cierta
sabe cuál es el requerimiento real y efectivo de personal de tropa y subalterno
de las FF.AA. Los llamamientos (también) son en función a las tareas
administrativas en las decenas de cuarteles urbanos que han terminado por
trastocar el verdadero espíritu de un servicio acuartelado. Este modelo
diseminado en todas las principales ciudades del país heredado de la época
militar de los sesenta y setenta, ha hecho que ahora, la cúpula de las Fuerzas
Armadas indique - muy sueltos de huesos - que se necesitan sesenta mil soldados
por año.
En muchos casos para sostener
también la burocracia de la oficialidad que sin tropa no tendría sentido. Por
eso, antes de pedir una cantidad determinada o promulgar este tipo de normas
deberían establecerse real y en perspectiva de los tiempos futuros y las
relaciones bilaterales con los países vecinos, cuál debe ser el requerimiento y
quiénes deben o no deben asistir al servicio militar. Hasta hace años y de acuerdo
a información internacional las Fuerzas Armadas peruanas tenían el tercer
número de personal en tropa después de Brasil y México. Aunque en los últimos
años ha cambiado pues Venezuela y Colombia han repuntado, sigue siendo numerosa
y excesiva en función al promedio de habitantes.
Si se trata de comparar – que es
uno de los criterios que siempre enarbolan los militares peruanos para hacer
estas exigencias – con lo que solicitan están superando en número la realidad militar
chilena. Claro que la excusa permanente en el país son los remanentes del narco
senderismo, donde una vez más se puede inferir el bajo profesionalismo de las
Fuerzas Armadas para no poder acabar con estos facinerosos.
¿Dinero escaso? no pueden
argumentar, porque en las últimas décadas y gobiernos tras gobiernos se han
llevado gran parte del presupuesto nacional, el que se ha ido, precisamente, en
mantener esa inmensa burocracia que significa la administración cuartelera y
claro, cuando no, también en corrupción.
Que ahora la discusión se haya
centrado en el Servicio Militar Obligatorio (RSM) o Voluntario a raíz de este
nuevo decreto, no mira sino sólo un ángulo del problema. Partiendo que la
democracia tampoco llegó al enrolamiento militar en el Perú. Pagar 1800 soles
como lo establece por parte de aquellos que no quieran hacer el SMO(V) no es
sino un parche eventual y discriminatorio que está lejos de resolver los
problemas de fondo. Los peruanos (as) deberían acceder a este servicio de
manera remunerada (y no de propinas) durante el ejercicio del servicio, las
mujeres deberían también tener el mismo trato que el de los varones, como no
sucede en la actualidad donde ellas, si quieren acceder, es en menor número y prácticamente
pagándose sus implementos.
Los criterios de patriotismo,
disciplina y valores morales que tanto intentan “vender” los licenciados y
oficiales como propios de la vida militar, no son sino el mismo discurso
demagógico que utilizan los políticos cuando intentan vender su pan en tiempo electoral.
Estos criterios no son propios del Ejército, así como ciertos valores no son de
propiedad de la iglesia, estos se forman, se refuerzan y se estimulan dentro de
la familia bien constituida y una sociedad igualitaria.
Lea la columna Cerbatanas en: www.proycontra.com.pe
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