La reforma de las universidades en su hora final
En los últimos días hemos visto como se ha encarnizado
un enfrentamiento entre la comisión de Educación, específicamente su presidente
Daniel Mora y algunos representantes de las universidades a raíz de la
propuesta de la nueva ley universitaria que viene siendo debatida y aprobada
paulatinamente en el Congreso. Con un poder inusitado, los representantes de
algunas casas de estudios se han destapado literalmente y han puesto el grito
al cielo anunciando el fin de la universidad con esta norma que se aprueba
capítulo tras capítulo.
Daniel Mora no se ha quedado atrás y ha desenvainado
la espada y llamado mercantilistas de la educación a estos grupos que
agazapados en medios de comunicación han embanderado falsamente la lucha a
favor de la educación universitaria. Pero no es tan cierto, porque si el
desprestigio se ha generalizado en este nivel de estudios es en parte por la
proliferación de universidades “garaje” en el país y la mediocridad de la
pública. Ambos comparten un 50 – 50 de lo que hoy podemos llamar la peor crisis
de la universidad peruana.
Ninguna universidad peruana aparece entre las primeras
500 universidades del mundo. Hay 134 universidades de las cuales sólo 50 son
públicas (que ya es un exceso) y el resto son privadas, la mayoría no paga
impuestos porque esta exoneración que le hace el Estado debe ser revertida en
su misma universidad pero nadie las controla, casi siempre esa condición no se
cumple lo cual ha llevado a crearse un verdadero grupo económico con
características mercantilistas que no le preocupa la calidad sólo la cantidad,
se suman más de 800 mil universitarios sin contar los de post grado. Esos son
los que levantan la voz y señala que esta norma es atentatoria a la
universidad.
Es cierto hay algunos rectores de universidades disque
“prestigiosas” que también se han sumado al coro, Pero son los que conforman la
cuadrilla de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) que son los que
precisamente han permitido este caos. Ellos mismos se organizan y se
reorganizan en sus universidades que ya parecen de su propiedad y luego se
vuelven a contratar en algunas de ellas como asesores y demás. Así, el círculo
se ha vuelto vicioso. Por eso podemos observar que la argolla permite que un
rector gane dos millones de soles (Garcilazo) o que un docente que no esté
homologado no llegue ni a los mil soles o sólo le paguen 15 soles la hora.
Por eso para los verdaderos profesionales no se les
hace apetitoso enseñar en la Universidad. Porque además la actual ley permite
que en las universidades no se exija que haya profesionales dedicados en su
campo, acreditados laboralmente en la rama que han estudiado. Ingresan, o del
partido (antes cuando el comunismo cundía) o ahora si son parte de la collera
del rector y en muchos casos para sostener por número y no por mérito, las
mafias enquistadas en la casi totalidad de universidades públicas. Una especie
de transformación o segunda etapa de los troskistas.
Dicen los detractores que esta norma es
intervencionista. No la han leído (una vez más lo que pasa en esta clase de
dirigentes que protesta ignorantemente), pues la autonomía académica, libertad
de cátedra y universalidad está asegurada. Incluso habido audiencias para
discutirse ampliamente, se enojan porque no se les consultó a ellos. Acaso con
esta realidad ellos van a aceptar que algún organismo los controle. Incluso han
puesto la excusa que el Ministerio de Educación (que no ha sido capaz de
reformar la educación pública escolar) va ser ahora parte de los controladores,
cuando muy bien saben que serán parte, pero los que decidirán serán aún los
comisionados de las universidades. El tema es que desaparece la ANR y ese es su
principal temor.
Se creará la Superintendencia Nacional de Educación
Universitaria, que se encargará de la supervisión y aquella universidad que no
acredite sus facultades tendrá que cerrarse. En el país no hay universidad
acreditada, sólo algunas facultades han iniciado este proceso con la misma
gente mediocre que pulula entre ellos y que se hacen llamar catedráticos, así
la universidad pública no tiene fututo y más temprano que tarde será devorada
por los filibusteros de la educación, ósea, los privados que tampoco solucionan
esta realidad. Por eso, ojalá no se haga caso a este lobby y se apruebe la
norma antes del 5 de julio como se ha declarado desde el Congreso, donde para
variar, hay harto empleado de estas universidades.
En los últimos días hemos visto como se ha encarnizado
un enfrentamiento entre la comisión de Educación, específicamente su presidente
Daniel Mora y algunos representantes de las universidades a raíz de la
propuesta de la nueva ley universitaria que viene siendo debatida y aprobada
paulatinamente en el Congreso. Con un poder inusitado, los representantes de
algunas casas de estudios se han destapado literalmente y han puesto el grito
al cielo anunciando el fin de la universidad con esta norma que se aprueba
capítulo tras capítulo.
Daniel Mora no se ha quedado atrás y ha desenvainado
la espada y llamado mercantilistas de la educación a estos grupos que
agazapados en medios de comunicación han embanderado falsamente la lucha a
favor de la educación universitaria. Pero no es tan cierto, porque si el
desprestigio se ha generalizado en este nivel de estudios es en parte por la
proliferación de universidades “garaje” en el país y la mediocridad de la
pública. Ambos comparten un 50 – 50 de lo que hoy podemos llamar la peor crisis
de la universidad peruana.
Ninguna universidad peruana aparece entre las primeras
500 universidades del mundo. Hay 134 universidades de las cuales sólo 50 son
públicas (que ya es un exceso) y el resto son privadas, la mayoría no paga
impuestos porque esta exoneración que le hace el Estado debe ser revertida en
su misma universidad pero nadie las controla, casi siempre esa condición no se
cumple lo cual ha llevado a crearse un verdadero grupo económico con
características mercantilistas que no le preocupa la calidad sólo la cantidad,
se suman más de 800 mil universitarios sin contar los de post grado. Esos son
los que levantan la voz y señala que esta norma es atentatoria a la
universidad.
Es cierto hay algunos rectores de universidades disque
“prestigiosas” que también se han sumado al coro, Pero son los que conforman la
cuadrilla de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) que son los que
precisamente han permitido este caos. Ellos mismos se organizan y se
reorganizan en sus universidades que ya parecen de su propiedad y luego se
vuelven a contratar en algunas de ellas como asesores y demás. Así, el círculo
se ha vuelto vicioso. Por eso podemos observar que la argolla permite que un
rector gane dos millones de soles (Garcilazo) o que un docente que no esté
homologado no llegue ni a los mil soles o sólo le paguen 15 soles la hora.
Por eso para los verdaderos profesionales no se les
hace apetitoso enseñar en la Universidad. Porque además la actual ley permite
que en las universidades no se exija que haya profesionales dedicados en su
campo, acreditados laboralmente en la rama que han estudiado. Ingresan, o del
partido (antes cuando el comunismo cundía) o ahora si son parte de la collera
del rector y en muchos casos para sostener por número y no por mérito, las
mafias enquistadas en la casi totalidad de universidades públicas. Una especie
de transformación o segunda etapa de los troskistas.
Dicen los detractores que esta norma es
intervencionista. No la han leído (una vez más lo que pasa en esta clase de
dirigentes que protesta ignorantemente), pues la autonomía académica, libertad
de cátedra y universalidad está asegurada. Incluso habido audiencias para
discutirse ampliamente, se enojan porque no se les consultó a ellos. Acaso con
esta realidad ellos van a aceptar que algún organismo los controle. Incluso han
puesto la excusa que el Ministerio de Educación (que no ha sido capaz de
reformar la educación pública escolar) va ser ahora parte de los controladores,
cuando muy bien saben que serán parte, pero los que decidirán serán aún los
comisionados de las universidades. El tema es que desaparece la ANR y ese es su
principal temor.
Se creará la Superintendencia Nacional de Educación
Universitaria, que se encargará de la supervisión y aquella universidad que no
acredite sus facultades tendrá que cerrarse. En el país no hay universidad
acreditada, sólo algunas facultades han iniciado este proceso con la misma
gente mediocre que pulula entre ellos y que se hacen llamar catedráticos, así
la universidad pública no tiene fututo y más temprano que tarde será devorada
por los filibusteros de la educación, ósea, los privados que tampoco solucionan
esta realidad. Por eso, ojalá no se haga caso a este lobby y se apruebe la
norma antes del 5 de julio como se ha declarado desde el Congreso, donde para
variar, hay harto empleado de estas universidades.
Lea esta columna en Cerbatanas en el diario Pro y Contra:
http://proycontra.com.pe/2013/06/19/la-mafia-no-quiere-irse/
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