- - El
gobierno quiere comprar Repsol y no lo dejan
Este es
un gobierno que ganó con una mayoría que pensaba que las cosas, al menos en el
modelo económico, iban a cambiar. El cuento que muchos quieren reinventar al
señalar que ganó gracias al compromiso de cumplir la “Hoja de Ruta” es en
realidad antojadizo. Humala ganó la primera vuelta con un 31% sobre el 23 % que
obtuvo la candidata fujimorista. Es decir el discurso de la “Gran
Transformación”, ese inicial y para el cual abogaba en público y convocaba a
gente de izquierda que lo ayudó a salir del montón rezagado en el que se
encontraba antes de esa decisión, es decir, ese gran impulso era, precisamente,
su tercio electoral.
Algunos
le dijeron que ese sector constituían los radicales, los rojos de siempre, los
no partidarizados pero disconformes por naturaleza. Otros más inteligentes, en
realidad leían a este grupo como el que se había cansado – una vez más – de la
corrupción aprista, de los modelos excluyentes y en general de la decepción que
provocaba que un partido como el Apra, aunque más moderno para un sector
empresarial, cada vez más lejano para las masas.
Lo que
fuese, ese era su colchón inicial. Duro, incambiable y fuerte del
arranque. Cuando Humala hizo la promesa ante los “dioses democráticos” y juró
ante una biblia, beso las manos del cardenal y se “arrodilló” ante Mario Vargas
Llosa para ganar la elección, todos dijeron con duda que no se le podía
entregar un cheque en blanco. Pero ganó con un 51% sobre el 48 de la candidata
fujimorista. Ahora resulta que todos deben hacerle caso a ese 20% y olvidarse
del 31% anterior. Los empresarios y políticos diestros, lo interpretan a su
manera y cada vez que aparece un tema de coyuntura económica sacan la hoja
de ruta, asustadizos para recordarle que esa es la biblia que debe obedecer
Humala y olvidarse terminalmente de su mayoría anterior.
Lo mismo
sucede ahora que el gobierno ha iniciado las negociaciones con la empresa
Repsol para adquirir sus acciones a raíz de que la empresa española no la está
pasando bien por la coyuntura latinoamericana. Y supuestamente no la pasa bien
a pesar que los precios del combustible – como señalan los expertos – se
mantienen inflados a raíz de un oligopolio que controla la distribución de los
combustibles en el país. La libertad que tiene la empresa española para poder
vender la refinación (La Pampilla) y la distribución (Cadena de grifos) e
incluso la empresa SOLGAS, la mayor en este rubro a nivel nacional, no puede
convertirse - para los dizque expertos - en la libertad que tiene el estado de
comprarlas.
Aunque
los trascendidos advierten que sería una asociación peruana – chilena la que
estaría sumamente interesada en poner estos casi dos mil millones de dólares
que se requiere para esta compra, hay quienes descartan tajantemente que sea el
Estado que ingrese a poner mano dura en esta especie de especulación que hay en
los combustibles. De hecho en el Perú, estos precios son los más altos a nivel
de Latinoamérica a comparación de otros mercados que incluso, ni siquiera
producen combustibles ni cuentan con gas natural como es Chile.
Cuando
existen esas circunstancias, el mercado tiene la culpa y no el mercantilismo de
los empresarios que se ríen de la debilidad de un organismo supervisor en estos
temas como Osinergmin, pero cuando el Estado evalúa comprar para poner las
cosas en orden, se arañan denunciando que se trata de competencia desleal, y
que el Estado invertirá grandes cantidades de dinero en un sector que no
requiere su presencia y un sinfín de etcéteras que sólo estima sus
conveniencias y no necesariamente el de la mayoría. A esa intención le están
llamando una vuelta a la “Gran Transformación” y prácticamente Ollanta es un
judas ahora que ya se habla de primeros encuentros entre los representantes de
la empresa y el gobierno.
Como el
estado vendió casi la totalidad de grifos de Petroperú, los privados a través
de sus grifos durante años no han respetado la baja de los precios cuando se
han dado a nivel internacional, por lo que hasta hora estos son muy elevados en
el país. Volver a equilibrar la balanza sin ser radical, sería lo justo ahora
que ya se ha comprobado hasta la saciedad que la economía social es la que prima
cuando se trata de intervenir en el mercado. Es más, si el gobierno quiere
cumplir sus promesas de gas barato y evitar las especulaciones en otros
sectores a raíz de la inestabilidad del combustible que promuevan la inflación,
obtener un porcentaje de este rubro tendría que ser su prioridad.
Los
fanáticos del mercado y los analistas a sueldo han puesto un grito al cielo a
raíz de esta evaluación y ya han llamado a los dioses democráticos para que los
defiendan y para hacerle recordar sus promesas al gobierno. Respetar su
juramento, han dicho, respetar al 20%, repiten sin cesar y el otro 31% que se
espere unos años más, porque igual volverá a votar por alguien que nuevamente
(seguro demagógicamente) vuelva a ofrecer la nueva, gran, real, auténtica, fidedigna,
creíble transformación.
Lea
la columna Cerbatanas en www.proycontra.com.pe
No hay comentarios:
Publicar un comentario