miércoles, 27 de octubre de 2010

Bolivia va



Hace unos días tuve la oportunidad de estar en Desaguadero y luego en La Paz – Bolivia. Tenía la curiosidad de constatar in situ las diferencias económicas y de modelo que a diario se hablan en función al Perú y a lo que en el periodo hispánico y en el intento de la Confederación se denominó el Alto Perú. Días después se realizaría el encuentro que tuvieron los presidentes Alan García y Evo Morales para dar un nuevo impulso al proyecto de unión comercial y turístico en el puerto de Ilo (Moquegua) donde destaca, sin duda por la controversia que genera el territorio denominado Boliviamar, un pedazo de cinco kilómetros costeros para que los bolivianos puedan veranear y la armada de ese país pueda construir una escuela de instrucción para sus cadetes.

La sensación que tuve reafirmo la idea que entonces concluí hace más de diez años cuando visite el santuario de Copacabana y poblados cercanos a la frontera. En Bolivia – al menos en esta parte principal para el apoyo a Evo Morales, continúa basando su economía en el intenso tráfico comercial formal e informal que se experimenta. La novedad de ahora es que en vez de facilitar el ingreso de peruanos y Bolivianos en ambos países como era antes, el gobierno altiplánico nuevamente ha impuesto el salvoconducto para poder ingresar al país.

Pero no hay duda, Bolivia altiplánica es más a fin a la zona puneña que a la otra parte de su país denominada como la media luna que por el contrario piropea con la zona chilena, más que por intereses comerciales por una especie de racismo nacional que se observa entre sus gentes. Los peruanos de otras zonas no estamos muy bien vistos que digamos, muchos comerciantes desconfían del peruano por un prejuicio a priori de pensar que todos tenemos la “criollada” instaurada en nuestra sangre y la utilizamos desde para comer hasta para regatear, cosa que no sucede entre ellos.

Aún así las cosas fluyen naturalmente a diferencia incluso que de Arica y Huaquillas, por eso volver a escuchar las voces que hablan de preferencias económicas injustificadas para empresas bolivianas en el proyecto de unidad binacional, es desconocer por completo los flujos naturales, geográficos e históricos que hermanan estos circuitos del altiplano y la sierra, costa peruana. Aún sin Boliviamar enchufado al mundo real como recién parece avizorarse en este relanzamiento, el transporte de muchos productos de ese país se realizaban de manera intensa por las pistas peruanas.

Es sólo que existen ciertos grados de desarrollo civil que genera el progreso y la educación. Pues por ejemplo, el combustible, su distribución y sus precios menores hacen que mucha gente de ese país fuese detenida por intentar contrabandearla. Sus funcionarios de migraciones están más prestos a la coima pues a todo le ponen una observación no tanto por incumplimiento de sus normas sino por la intención de beneficiarse el doble con la posible “mordida” pues el sol allá vale más que el doble del peso boliviano lo que también genera la especulación pues si no eres de allá inmediatamente te suben los precios al doble, desde las carreras de taxi, hasta el almuerzo. Hasta sus policías se sienten que están en un Estado que los ampara en todo pues te tratan como soldado y son los primeros en romper las reglas de tránsito y de higiene en las calles. Se creen unos todopoderosos, esta es sin duda la característica de un gobierno que se ampara en ellos y en su capacidad de fuerza para sostenerse en algún grado en el poder.

Por lo demás, La Paz y la ciudad de El Alto (una especie de una nueva Paz, sólo que integrada por miles de peruanos) parecen sacadas de una postal andina peruana. Donde alguna vez la plata y la ganadería alpaquera incentivó la migración en el Altiplano, hoy lo hace el comercio y el contrabando a tal grado que el punto que Desaguadero, el punto de encuentro entre los dos países es una localidad que fácilmente puede llegar a tener 50 hostales de todo calibre en un pueblito de no más mil personas al costado del lago Titikaka. Si no fuese por los funcionarios de migraciones intentando de todos modos sacarnos una coima y el hallazgo de droga en un automóvil boliviano yendo a La Paz, todo hubiera quedado como un rutinario viaje de placer y trabajo.

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miércoles, 20 de octubre de 2010

La izquierda: sólo un sentimiento



 
La izquierda se ha convertido desde hace un huevo de años en sólo un sentimiento y no una doctrina o corriente política que es abrazada por dilectos jóvenes y adultos que se aferran a una ideología con la intención de alcanzar un cachito de la tremebunda frase “Justicia Social” mediante la toma del poder. La izquierda sólo es, ahora, escuchar al antaño Silvio Rodríguez, Atahualpa, Víctor Jara, asistir de vez en cuando a una protesta para que nuestros hijos sepan que estamos preocupados por el mundo o hablar de las distancias sociales y combatirlas sólo en reuniones sociales para caer más simpático ante las mujeres.
La izquierda sólo es un sentimiento y ya no una militancia. Por eso decir en estos tiempos que pertenecemos a la izquierda a la luz de una serie de variables que tienen que ver con el crecimiento económico y social, es más un lírico mensaje que sólo tiene como objetivo limpiar nuestras almas ante el letal purgatorio de la política. Por eso, escuchar decir, por ejemplo a Dionisio Romero, dueño (ex) del grupo Crédito considerarse de izquierda y los más ilustres loobystas de empresas energéticas como Pablo Kuzsinsky acercarse a la izquierda para tener un espacio en la política, hace pensar aún más que, de ahora en adelante, todo mundo tendrá que autoproclamarse de izquierda para esconder – muchas veces - el fondo de su ambición personal o política.

Ya ni el Sutep o la CGTP son de izquierda aunque se digan seguidores de Marx o Mariátegui. En la mayoría de casos existen en estos grupos oportunistas laborales que abrazan la doctrina para intentar salir de su estado actual, y los que la dirigen, los atienden y los asisten resignados en sus discursos anti imperialistas que no cala en su público. Ya ni el APRA es de izquierda pues Andrés Towsend se retiró de la estrella (presagiando) mucho antes que su partido se consolidara a la diestra del señor padre.

La última vez que escuche hablar de “los valores” de izquierda con un gran sentido y profundidad fue a Raúl, (el esposo de mi madre) pero estaba entre tragos. Lástima que al día siguiente tuvo que volver a ser parte del gran sistema económico que, por inmenso se ha vuelto invisible y no nos hace ver ni sentir lo que respiramos día a día y de forma inexorable. Por eso y por mucho más en Brasil todos los candidatos son de izquierda y la radical y no pasa nada, porque en el fondo ellos son también un sentimiento y no un programa, aunque haya más reparto de la economía y la clase media haya crecido espectacularmente. Mientras tengan el acicate del sistema en todas partes, no pasa de ser un discurso. Y está bien por un lado porqué así al menos se debaten ligeramente los problemas reales de nuestras sociedades. Se debaten aunque no se los ataque con la firmeza de ser de izquierda o de derecha bien entendida.

Yo también soy de izquierda cuando salgo de la iglesia luego de la misa del padre Theo y cuando reparto números de tómbola a las esperanzas de las mujeres desdentadas provenientes del Cuzco y de Puno que acuden a la parroquia esperando que Dios se apiade de ellas, ganen un buen objeto con ese número que cuesta 0.50 céntimos. Soy de izquierda para explicarle infantilmente la historia de las cosas en nuestro país a mi hijo que intenta repartir todo lo que tiene en la mano cada vez que le alcanzan otra mano en limosna, y soy de izquierda -la radical - cuando algunos alumnos no entienden la actitud inexplicable en el siglo XIX de Rufino Echenique, de Mariano Ignacio Prado y hasta de Andrés Avelino Cáceres.

Porque la izquierda es sólo eso, un sentimiento que se está poniendo de moda en el Perú y que, como toda moda, a veces se verá exagerada, reluciente y maquillada pero bien en el fondo esconderá un cuerpo acostumbrado a vestir en olor añejo y midiendo todo lo que hace, dice o respira en función al (maldito – bendito) dinero.

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martes, 19 de octubre de 2010

Mario gana, Alan pierde.

I)   Mario Vargas Llosa ha regalado una brillante oportunidad para que mediante este galardón las letras en el Perú crezcan y tomen la relevancia generalizada y, sobretodo, popular que falta para que nuestro país realmente se desarrolle. El efecto de tener a un escritor expuesto generosamente como un modelo o ícono de todos, ejerce ese efecto imitador que por ejemplo tiene el fútbol o (lamentablemente) el espectáculo en estos últimos años. Tuve la oportunidad de escucharlo con un grupo de amigos cuando mi universidad le otorgó el Honoris Causa y nuestra impresión de entonces con mis compañeros se vio ratificada con este Nobel. Nadie como él, después de Vallejo, en el Perú para este premio. Sobre sus personajes y las características de sus novelas, ensayos y artículos periodísticos sería muy pretencioso examinarlo con la calidad que se merece este ilustre arequipeño, pero de hecho que me quedo con La Ciudad y los Perros, Conversación en la Catedral y Pantaleón y las Visitadoras.

II) Hace unos días Beto Ortiz dijo en una entrevista para este diario que el acuerdo entre los  propietarios de los medios de comunicación es evidente. Cualquier cosa podría pasar por las pantallas pero menos tocar al Presidente, es decir no chocar con él. Este era un acuerdo que al parecer se ha visto con mayor claridad a raíz del último incidente protagonizado por el mandatario al golpear a un voluntario de EsSalud cuando éste lo llamó “corrupto” y encima se atrevió a “torearlo”.

¿Quién no ha pensado, hablado y hasta gritado algo similar al Presidente de la República en sus casi diez años de gobierno?  Pero los medios esta vez omitieron algo que por su trascendencia y el involucrado debió ser seguramente el titular de la semana. Algunos han dicho que la figura presidencial se ve mancillada con este tipo de actos y justificaron la agresión del Presidente más no del ciudadano Richard Galvez. Otros han manifestado que el Presidente no muestra –una vez más– la tolerancia que debe tener obligatoriamente un mandatario que no deja de ser un funcionario público, del más alto rango, sin duda, pero un funcionario que se debe al pueblo finalmente.

Parece que Beto Ortiz tuvo razón al menos en esto. Porque una cosa es censurar un hecho, más que evidente por la gran cantidad de testigos que afirman lo que realmente sucedió en este nosocomio, y otra muy diferente es salir a defender con los periodistas más “encumbrados” que tiene la televisión nacional. Las declaraciones por demás lujuriosas en defensa de este acto por parte de Jaime Bayly, por ejemplo revelan que cuando se trata de defender ciertas formas de actuación pública, el Framcotirador no hace sino banalizar y humorizarlo todo y llevarlo a la incredulidad de lo que dice. Luego la defensa de los periodistas de Frecuencia Latina y después la censura que Panamericana le hizo al periodista César Pereira (Enemigos Públicos) no hace sino confirmar esta actuación en pared de los propietarios y el poder.

Mal jugado, porque –como siempre se repite– es imposible negar o tapar un hecho de esta naturaleza en un mundo con la proliferación de medios audiovisuales y sin un régimen que pueda utilizar instrumentos velados para esconder de la luz de la opinión pública un hecho tan cuestionable. Incluso haberlo negado primero delante del mismo dueño de Frecuencia Latina por el mismo mandatario como se pudo ver en imágenes, revela que si no hay coacción para censurar, hay una manera elegante, sibilina y hasta amical de ordenar qué es lo que tiene que ponerse o no en pantallas. Toledo tuvo la culpa por no reformar en 360º  la televisión peruana cuando debió hacerlo tras la corrupción del Fujimorismo y ahora estos son los resultados.

Tal vez esta reacción tuvo el Presidente por haber perdido la brillante oportunidad de mantener dentro de su gestión (aunque sea como presidente de la Comisión del Museo de la memoria) al noble Vargas Llosa, quien se fue luego de un intento de sacar de la cárcel a los integrantes del grupo Colina, entre otros. Este premio Nobel lo pudo haber cogido como un gobierno que pone a lo más alto de la intelectualidad peruana para reivindicar los sucesos funestos de la guerra civil por la que atravesó nuestro país en las décadas del 80 y 90. Estando así las cosas ya sabemos cómo se moverán las aguas de las pantallas en estas elecciones que se acercan y creo que Beto Ortiz volverá a tener razón cuando señala que estos dueños se van a mover con todas sus fuerzas para intentar poner a alguien que siga manteniendo sus privilegios


miércoles, 6 de octubre de 2010

La democracia (por supuesto) no es perfecta




Las elecciones, al igual que el descontento social, adquieren otras características en la última década. La democracia de por sí (esta mayoría que manda sobre la minoría) no es un sistema perfecto, es más, los antecedentes de la democracia siempre fueron de imperfección, insuficiente y discriminativa. En Grecia la democracia (de la etimología demos, pueblo cratos poder) siempre fue discriminativa, nunca inclusiva, tal vez sólo por acciones heroicas o por medio del dinero. En Grecia sólo elegían los ciudadanos (que eran los menos y aquellos que heredaban esta condición), la mayoría eran metecos o clerurcos o definitivamente esclavos quienes jamás gozaron de derechos civiles.

La república adoptó, tras la revolución francesa en el siglo XVIII este sistema de manera imperfecta, que se adecuó en poderes autónomos y en organización en sociedades, pero nunca en voluntades, ahora, pasado el siglo XX, este sistema de la democracia en elecciones más particulares como las municipales en nuestro país, ha vuelto a desnudar sus imperfecciones. No cabe duda que se refuerza este eslogan de que no es el mejor sistema, pero si el mejor conocido. Cuando conozcan otro mejor, háganlo saber o en todo caso invéntenlo y luego difúndanlo, pero no se estrellen contra lo que aún la mayoría dicta con su voto de manera legal y legítima.

De esta imperfección está impregnado el descontento nacional tras las elecciones del domingo último. En varias regiones y municipios del norte, sur, oriente e incluso Lima, la gente ha cometido hechos de vandalismo y protestas focalizadas contra los ganadores porque su voto no triunfó sobre el resto. En muchos casos estas protestas se basan en hechos de corrupción evidenciada, pues no se digiere que autoridades (desde ministros hasta alcaldes distritales) envueltos en escándalos sonados, se hayan reelegido con amplios márgenes de apoyo, pero caballeros a tragarse este sapo sino quieren el peso de la ley sobre la espalda.

Por eso la excusa más fácil es contaminar el proceso indicando fraude o intromisión. Es lo más fácil, y se convierte en una excusa para sublevar a la gente pero implica también una falta de tolerancia y reconocimiento de la derrota como un mecanismo ineludible de la actual democracia. Se diría que podría ser una especie de nuevo subversivo aquel que alude pretextos “comprobados” para desechar todo un proceso tecnológico y tan conocido como actas y conteos donde participan, desde las fuerzas armadas, hasta personeros de partidos pasando por los organismos del proceso en si como el JNE y la ONPE y veedores nacionales e internacionales. A nadie de estos lo he escuchado deslegitimizar el proceso, lento, sin duda, manual, caballeros, errático, como todo en la vida, pero no por eso inválido.

Si conocen otro sistema donde los candidatos que obtienen menos votos que el ganador debe ser elegido porque es más honesto o nuevo háganlo saber o póngale un nombre e inscríbanlo en los textos del Ministerio de Educación para estudiarlo y hacerlo extensivo, mientras tanto se debe aceptar la derrota sin murmuraciones y hasta con aplausos para esperar que cuando le toca al otro también se haga lo mismo, eso sí construye un auténtico ciudadano y no sólo un hablador o revoltoso que gritando intenta imponerse. Ese sólo es un troglodita que responde a otros intereses comerciales a los que defraudo económicamente e intenta, desesperadamente, recuperar o justificarse gritando más alto o hablando de fraude. Que no jodan.

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