miércoles, 28 de enero de 2009

Que ricos pendejos




Ahora resulta que quieren legislar para evitar que los audios “obtenido ilegalmente no sean emitidos y si lo hacen los periodistas o cualquier ciudadano estos sean pasibles de delitos hasta quieren que se les declares traidores a la patria. Estos apristas si demuestran dos cosas. O son tremendos ignorantes (el Internet y las comunicaciones hace imposible esto) o quieren evitar que se sigan conociendo los otros audios que desde ayer vienen soltando por docenas. Agarrense apristas que si creían que su partido era antiguo, organizado y disciplinado la teconología los jodió.


Estos patitas apristas y funcionarios que ahora se han visto nuevamente involucrados en estos 86 nuevos audios (http://wikileaks.org/wiki/P2) no han sabido entender los “tiempos” como diría Tongo. Algo de eso viene sucediendo en la renovación de cuadros políticos – como también ha ocurrido cuando toman el poder y se quedan de espaldas a sus bases y la población en sí. No han contado con un mínimo audacia para darse cuenta que la tecnología va terminar aplastando los secretos de estado que muchas veces, en realidad, son secretos de la corrupción.

Está demás decir que el “chuponeo” que ahora lo quieren prohibir a través de la legislatura para darle un asqueroso epíteto de “traición a la patria” es en realidad una intención absurda de querer esconder los intereses particulares que antes si eran de propiedad exclusiva de los mafiosos porque se hacían en vivo y en directo (no habían celulares), en oficinas públicas (las cámaras digitales de video no asomaban. Ahora las compras en 70 soles) y el municipio el congreso, palacio y cualquier antro era propicio para la farra, ahora no. La cosa ha cambiado y no va retroceder con una ley, menos con una prohibición formal a manera de mordaza para los periodistas que publiquen estos audios obtenidos de manera “ilegal”, la tecnología y el derrumbe de barreras de información es inexorable para cualquier intento de esconder las triquiñuelas.

Hay cientos de ensayos que tratan acerca del “fin de la privacidad” para la actuación pública, la gente con visión adelantada estipula que este “principio” al parecer hasta hace algunos años inherente a la persona, se ha derrumbado con la invención tecnológica y se justifica siempre y cuando la persona maneje recursos públicos. Independientemente de los derechos individuales del funcionario público, están, y muy por encima, el derecho del colectivo, al menos cuando se trate de su actuación pública. Ahora hay cierta ingenuidad o cojudez, dirían algunos, para hacer tremendos negociados por teléfono lo que delata por cierto no sólo la tozudez senil de los involucrados sino su poca inteligencia para el robo. Porque hasta para eso hay que ser inteligente. Sino no se entiende este pequeño extracto de los 86 audios.



Quimper a Arias Schreiber

Alan garcía para evitar que hablen mal de él - carajo - sacrifica a la gente. Yo le he dicho. Acá (se supone sus amigos apristas) hay gente peor que Romulo hermano, Sí me dijo, (Alan) pero la actuación de esa gente no ha trascendido. No lo recibe hermano (con esto de loobyista) lo estamos protegiendo.

Si hay gente que puede hablar con esa ligereza por celular porque no puede haber gente que los publique para exponer la idiotez ajena.


miércoles, 21 de enero de 2009

A rebelarse





El principio de autoridad es un principio popular.

Hay quienes ven en la invasión y el libre albedrío un derecho fundamental e inherente a ellos por el hecho de convivir en una sociedad donde el Estado es casi un sinónimo de paternalidad y de sociedad común. Por ejemplo los invasores de terrenos que, con el pretexto de la pobreza y la falta de oportunidad, acechan la propiedad ajena para convertirla suya en años de burocracia estatal que terminará cediendo por inepta, lenta y anacrónica como es la nuestra. Otro ejemplo son los paros que se realizan a merced de la hegemonía comercial del transporte que han obtenido unos gracias a ese nefasto gobierno de Fujimori que estuvo en el poder por casi un oncenio.

La historia es la siguiente y es buena recordarla. La burocracia estatal de los 90 llegaba a los dos millones de personas (algo que actualmente es similar sólo que ahora son seminformales que trabajan para el estado) y como los fujimoristas estaban obligados, por consignas internacionales y por copiones de planes de gobierno, a reducir en menos del 30% de esa cifra decidieron “liberalizar” -esa buena palabra ahora convertida en demoníaca precisamente por estos rateros que gobernaron el Perú – varios servicios que antes estaban en el poder y/o control de un estado ineficiente y corrupto que dejaron los gobiernos anteriores y entre ellos lógicamente el APRA.

Uno de estos servicios que “liberalizaron” fue el transporte. El fujimorismo sabía que habría de generarse un colchón inmenso de desempleados estatales que podrían ser una bomba de tiempo para sus planes mafiosos. Claro que en su defensa hay que señalar que antes de esta medida los pasajes urbanos se regían por ganas y decisión de un funcionario municipal - en el mejor de los casos - lo cual evidentemente traía una serie de carencias y deficiencias en el sistema. Pero una vez liberalizado el transporte las puertas de Aduanas se abrieron de par en par para aquellos que quisieran importar todo tipo de vehículos que en sus países de origen ya habían sido abandonados por obsoletos. No importaba si estos se dedicaban al transporte de mercadería o de basura que cumpla con requisitos mínimos para un remedo de país, se importó a diestra y siniestra entonces los empleados públicos – “invitados al retiro” – esos que ahora reclaman reposición porque no aprobaron sus exámenes por ineptos ¡pero que bien cobraron!, adquirieron estas máquinas. Muchos de ellos se enriquecieron, otros se amolaron y una gran mayoría se convirtieron en los transportistas que ahora encontramos en las calles.

Resulta que ese sistema de monopolio estatal que proporcionaba precios de pasajes al gusto político del gobierno se convirtió ahora en un sistema de “acuerdo ilegal” para fijar los precios de los pasajes. Baja la gasolina, se desploman los precios de repuestos por caer la demanda y estos tipos que subieron los pasajes con anticipación que entonces se podría justificar ahora no lo quieren bajar. En algunos lugares se declara el transporte libre por los municipios precisamente para apelar a vehículos particulares que compitan con esa huelga que se han inventado estos modernos mafiosos y son los primeros en pinchar las llantas, destrozar los parabrisas, sacar de los vehículos a los pasajeros y truncar las pistas con toda concha y pana.

Me encuentro frente a una de esas turbas cobrizas que pasan revista auto por auto como si estuvieran en cuartel de “perros” para sacarlos a rastras y van a llegar adonde estoy mientras maldigo a Fujimori, porque siempre es bueno maldecir las causas y no las consecuencias. El municipio de Arequipa ha dicho que saldrán los carros viejos, lo ha dicho por mandato y ya nos jodimos por varias semanas porque esto va terminar en guerra. “On a le droit de se révolter” (“Tenemos derecho a rebelarnos”) Así dijeron los jóvenes en el París del 68 y yo me apunto.

Lea http://www.federicoagril.blogspot.com/

miércoles, 14 de enero de 2009

Ya se ha muerto mi abuelo. Ayayay





Eran como las cuatro de la madrugada y ya se había muerto mi abuelo como 40 veces. Mientras las señoras que a esas horas ya empezaban a retirarse no paraban de escandalizarse por la abusiva y ofensiva letra de la canción, nosotros no parábamos de bailar y saltar acoplándonos a la moda que una vez más se había impuesto por los extraños de Bareto en las fiestas y discotecas de la ciudad. Uno de los que me acompañaba, mientras bailaba y tomaba la cerveza que se le caía por las comisuras de sus gordos labios, me trataba de convencer que la letra de “ya se ha muerto mi abuelo era una burla segura al progenitor del autor y por lo tanto era casi protesta de juventud, en ese sentido era alternativo, “talvez punk”, subterráneo. ¿Tu que has estado en la selva que dices?, me preguntaba con una autoridad que sólo se le podría atribuir a un alucinado Juaneco hablando de sus ritmos.

“No sé” le respondía porque no quería iniciar un debate con un borracho a las cuatro de la mañana en la casa de un extraño y con unas tías gordas y asquientas de “las letras de la música de hoy”. Además, pensé, trasladándome a la selva por un instante, muchos de los originarios del Ucayali, el Marañón o el Amazonas donde este ritmo es religión, tampoco sabrían con certeza contestar lo indescifrable de “Ya se ha muerto mi abuelo, ayayay.

Compré el Cd de Bareto para estar a tono con la canción que ya ha sido disco de Oro en el Perú y mientras la escucho por donde pasa mi auto, la tonada – como dicen los mexicanos – se confunde con el laberinto de sus iguales. No han sido pocos que me dijeron que, como mi abuelo había sido una persona muy respetable dentro del circulo de familiares y conocidos, pegarme de esa canción podría significar una afrenta generacional con los tíos y allegados y hasta una grosería propia de la gente de otros lugares pero no adecuada para la memoria de Don Rubén que “bien merecido tiene estar en el cielo” de Dante.

Pero la canción de Bareto está incompleta y como que no alcanza a comprender el verdadero sentimiento selvático que quiere impregnar la letra entre los que la escuchan, porque lejos de lo literal de la muerte del abuelo X, hay una serie de costumbres, sabores y mitos cantados que Bareto no alcanzó (por no caer en lo extraño o muy selvático supongo) que de repente hubiera sido aleccionador para los miles de ignorantes que ahora deben estar sintonizando la pegajosa letra. Es decir, falta el juane, el mapacho, y una serie de escaleras que significan mucho para subir en su entendimiento y construirse una idea de la canción, pero que Bareto no quiso plasmar pero que con algo más de talento marketero y movimiento capitalino, por ejemplo, el provinciano Trance de Iquitos lo hubiera hecho millas mejor. Pero bueno, si no encontramos a Trance vendiéndose en Youtube como debe ser, menos lo vamos a encontrar en el dial de la FM.

Pero volviendo a las tías de las cuatro de la mañana que seguramente jamás asistieron a un funeral amazónico de donde salieron los mejores chistes negros, parodias, borracheras y bailes de esta parte del Perú, tampoco seguro acudieron al contrato de esa plañidera que en realidad no es más que una alegoría al arte y el drama o talvez nunca leyeron Los Funerales de la Mama Grande donde la muerte se convierte en fiesta. ¿Acaso todo aquel que se muere no quiere que lo recuerden con alegría, gozo y baile en cualquier cultura?, son los terrestres que transformamos todo en llanto cuando es al revés por propia voluntad del 99% de los que se mueren. Mi explicación sería en tanto y en cuanto que “ya se ha muerto mi abuelo” no es más que una mezcla de todo eso con la naturalidad propia del oriente peruano que, como en parte pasó con la cumbia, ha tenido que venir un grupo con audiencia limeña para que recién nos demos cuenta del potencial mestizo que significa la música del país.

miércoles, 7 de enero de 2009

La sorprendente Cathy





Eran tiempos en que Soda Stereo tocaba con fuerza, los cabellos de los imitadores del grupo se hacían a pura laca y en la televisión aparecía aún la encantadora Hola Yola. El grupo Río empezaba hacer sus pininos tratando de imitar lo que hace tiempo ya hacía Frágil. El Rock, para entonces, era una excusa para el corazón y aún no habían aparecido los valientes que experimentaban con este ritmo, sólo los imitadores de los grupos argentinos, los padres del rock latinoamericano. En ese entonces no había cable, se jugaba con el atari y las estaciones se distinguían por una clasificación de juegos manuales, de esa manera un tiempo para los trompos, otra para las cometas, otra para las bolas (canicas), otra para las caretas y así sucesivamente.

Empezaba a estudiar educación y fue una mañana de abril que por primera vez vi a Catherine en la cola de los que pugnábamos para entregar nuestras fichas de estudios. Era pequeña, talvez un metro sesenta o algo menos, morenita pelo ensortijado, pantalonetas de moda con flores multicolores horribles, pegadas al cuerpo que se conjugaban con enorme polo que tapaban lo principal. ¿Porque las mujeres utilizan esos polos que parecen piyamas si van a tapar lo que quieren mostrar?, me preguntaba para entonces mientras veía como sus labios despreciadores le hacían muecas a los administrativos que demoraban en darnos los cursos que íbamos a empezar a estudiar por largo cinco años.

“Tengo tiempo para acercarme” decía mientras sus amigas habían visto lo evidente de mis babas por una mujer que aún hoy, 19 años después, recuerdo con una indescifrable sensación de angustia y escalofríos. Confieso que durante el primer año hice todo lo posible por acercarme a ella, cuando mis cursos coincidían con su horario básico de profesora de inicial, intentaba cruzarme por los pasillos buscando que sus amigas Paola o Melany la empujaran hacia mí en un cortejo que suele encontrar más que un hola, un empellón que conecte en alguna medida nuestros cuerpos. Confieso que esa especie de toreo bastaba para llegar a mi habitación y escuchar a rabiar “Trátame Suavemente” de Soda Stereo, que por alguna loca razón, lo asocié siempre con Cathy, como la llamaban mis patas mientras me sonrojaba.

“Alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras tus ojos…” Todo estaba bacán hasta que se acercó la serenata de aniversario de la escuela. Era el día perfecto, en realidad la noche perfecta para “caerle” en alguna medida, intentar encajar en esa mueca de indiferencia que tenía pero que en realidad era una invitación para ser miembro de su club personal. Para mí era una diosa a diferencia de la opinión de los patas que miraban miles de defectos desde el porte hasta el color canela de su piel, desde sus pelos ensortijados hasta sus piernitas delgadas que se perdían entre las estructuras de músculo de sus compañeras. Siempre respondí que lejos de esas “pequeñas” diferencias ella si tenía “estilo”, aunque de desprecio para todos, pero estilo finalmente.

Eran las siete de la noche y para comprobar que efectivamente algo de química se había iniciado en ella, me acerqué al corazón que le pinte cerca del muro que daba al salir de su aula de títeres y costura y para sorpresa mía, había una respuesta que me dejó helado. “Que tonto eres”. Podía significar que en realidad era tonto por no tener la valentía de acercarme, tonto porque hacía cosas entupidas como escribir un corazón a lapicero, tonto romántico, tonto de imbécil, en fin. No lo pensé más tomé valor junto con unas botellas de algún preparado que vendía “la tía meche” a sol cincuenta, la mire como terminaba de actuar vestida de arlequín y mientras tarareaba la canción “ Tenes que comprender que no puse tus miedos donde están guardados, y que no podré quitártelos si al hacerlo me desgarras, no quiero soñar, mil veces las mismas cosass…” vi que dos brazos enormes que pertenecía a un cuerpo de 1 metro 85 con una espalda que fácil hacían dos cuerpos míos se acerco para cargarla y con un poquito de amor la miró mientras sonreía con esa mirada burlona. No pensé en nada sólo supe que tenía una tarea de cinco años para quitarme al increíble Hulk de mi camino además de consolarme inutilmente pensando que la vio sin amor, si eso fue, sin amor.

(Este año serán más cerbatanas al corazón y la vida misma. Eventualmente coyunturales, sólo eventualmente. ¡Como me duelen estas cerbatanas!)

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