miércoles, 14 de enero de 2009

Ya se ha muerto mi abuelo. Ayayay





Eran como las cuatro de la madrugada y ya se había muerto mi abuelo como 40 veces. Mientras las señoras que a esas horas ya empezaban a retirarse no paraban de escandalizarse por la abusiva y ofensiva letra de la canción, nosotros no parábamos de bailar y saltar acoplándonos a la moda que una vez más se había impuesto por los extraños de Bareto en las fiestas y discotecas de la ciudad. Uno de los que me acompañaba, mientras bailaba y tomaba la cerveza que se le caía por las comisuras de sus gordos labios, me trataba de convencer que la letra de “ya se ha muerto mi abuelo era una burla segura al progenitor del autor y por lo tanto era casi protesta de juventud, en ese sentido era alternativo, “talvez punk”, subterráneo. ¿Tu que has estado en la selva que dices?, me preguntaba con una autoridad que sólo se le podría atribuir a un alucinado Juaneco hablando de sus ritmos.

“No sé” le respondía porque no quería iniciar un debate con un borracho a las cuatro de la mañana en la casa de un extraño y con unas tías gordas y asquientas de “las letras de la música de hoy”. Además, pensé, trasladándome a la selva por un instante, muchos de los originarios del Ucayali, el Marañón o el Amazonas donde este ritmo es religión, tampoco sabrían con certeza contestar lo indescifrable de “Ya se ha muerto mi abuelo, ayayay.

Compré el Cd de Bareto para estar a tono con la canción que ya ha sido disco de Oro en el Perú y mientras la escucho por donde pasa mi auto, la tonada – como dicen los mexicanos – se confunde con el laberinto de sus iguales. No han sido pocos que me dijeron que, como mi abuelo había sido una persona muy respetable dentro del circulo de familiares y conocidos, pegarme de esa canción podría significar una afrenta generacional con los tíos y allegados y hasta una grosería propia de la gente de otros lugares pero no adecuada para la memoria de Don Rubén que “bien merecido tiene estar en el cielo” de Dante.

Pero la canción de Bareto está incompleta y como que no alcanza a comprender el verdadero sentimiento selvático que quiere impregnar la letra entre los que la escuchan, porque lejos de lo literal de la muerte del abuelo X, hay una serie de costumbres, sabores y mitos cantados que Bareto no alcanzó (por no caer en lo extraño o muy selvático supongo) que de repente hubiera sido aleccionador para los miles de ignorantes que ahora deben estar sintonizando la pegajosa letra. Es decir, falta el juane, el mapacho, y una serie de escaleras que significan mucho para subir en su entendimiento y construirse una idea de la canción, pero que Bareto no quiso plasmar pero que con algo más de talento marketero y movimiento capitalino, por ejemplo, el provinciano Trance de Iquitos lo hubiera hecho millas mejor. Pero bueno, si no encontramos a Trance vendiéndose en Youtube como debe ser, menos lo vamos a encontrar en el dial de la FM.

Pero volviendo a las tías de las cuatro de la mañana que seguramente jamás asistieron a un funeral amazónico de donde salieron los mejores chistes negros, parodias, borracheras y bailes de esta parte del Perú, tampoco seguro acudieron al contrato de esa plañidera que en realidad no es más que una alegoría al arte y el drama o talvez nunca leyeron Los Funerales de la Mama Grande donde la muerte se convierte en fiesta. ¿Acaso todo aquel que se muere no quiere que lo recuerden con alegría, gozo y baile en cualquier cultura?, son los terrestres que transformamos todo en llanto cuando es al revés por propia voluntad del 99% de los que se mueren. Mi explicación sería en tanto y en cuanto que “ya se ha muerto mi abuelo” no es más que una mezcla de todo eso con la naturalidad propia del oriente peruano que, como en parte pasó con la cumbia, ha tenido que venir un grupo con audiencia limeña para que recién nos demos cuenta del potencial mestizo que significa la música del país.

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