martes, 19 de octubre de 2010

Mario gana, Alan pierde.

I)   Mario Vargas Llosa ha regalado una brillante oportunidad para que mediante este galardón las letras en el Perú crezcan y tomen la relevancia generalizada y, sobretodo, popular que falta para que nuestro país realmente se desarrolle. El efecto de tener a un escritor expuesto generosamente como un modelo o ícono de todos, ejerce ese efecto imitador que por ejemplo tiene el fútbol o (lamentablemente) el espectáculo en estos últimos años. Tuve la oportunidad de escucharlo con un grupo de amigos cuando mi universidad le otorgó el Honoris Causa y nuestra impresión de entonces con mis compañeros se vio ratificada con este Nobel. Nadie como él, después de Vallejo, en el Perú para este premio. Sobre sus personajes y las características de sus novelas, ensayos y artículos periodísticos sería muy pretencioso examinarlo con la calidad que se merece este ilustre arequipeño, pero de hecho que me quedo con La Ciudad y los Perros, Conversación en la Catedral y Pantaleón y las Visitadoras.

II) Hace unos días Beto Ortiz dijo en una entrevista para este diario que el acuerdo entre los  propietarios de los medios de comunicación es evidente. Cualquier cosa podría pasar por las pantallas pero menos tocar al Presidente, es decir no chocar con él. Este era un acuerdo que al parecer se ha visto con mayor claridad a raíz del último incidente protagonizado por el mandatario al golpear a un voluntario de EsSalud cuando éste lo llamó “corrupto” y encima se atrevió a “torearlo”.

¿Quién no ha pensado, hablado y hasta gritado algo similar al Presidente de la República en sus casi diez años de gobierno?  Pero los medios esta vez omitieron algo que por su trascendencia y el involucrado debió ser seguramente el titular de la semana. Algunos han dicho que la figura presidencial se ve mancillada con este tipo de actos y justificaron la agresión del Presidente más no del ciudadano Richard Galvez. Otros han manifestado que el Presidente no muestra –una vez más– la tolerancia que debe tener obligatoriamente un mandatario que no deja de ser un funcionario público, del más alto rango, sin duda, pero un funcionario que se debe al pueblo finalmente.

Parece que Beto Ortiz tuvo razón al menos en esto. Porque una cosa es censurar un hecho, más que evidente por la gran cantidad de testigos que afirman lo que realmente sucedió en este nosocomio, y otra muy diferente es salir a defender con los periodistas más “encumbrados” que tiene la televisión nacional. Las declaraciones por demás lujuriosas en defensa de este acto por parte de Jaime Bayly, por ejemplo revelan que cuando se trata de defender ciertas formas de actuación pública, el Framcotirador no hace sino banalizar y humorizarlo todo y llevarlo a la incredulidad de lo que dice. Luego la defensa de los periodistas de Frecuencia Latina y después la censura que Panamericana le hizo al periodista César Pereira (Enemigos Públicos) no hace sino confirmar esta actuación en pared de los propietarios y el poder.

Mal jugado, porque –como siempre se repite– es imposible negar o tapar un hecho de esta naturaleza en un mundo con la proliferación de medios audiovisuales y sin un régimen que pueda utilizar instrumentos velados para esconder de la luz de la opinión pública un hecho tan cuestionable. Incluso haberlo negado primero delante del mismo dueño de Frecuencia Latina por el mismo mandatario como se pudo ver en imágenes, revela que si no hay coacción para censurar, hay una manera elegante, sibilina y hasta amical de ordenar qué es lo que tiene que ponerse o no en pantallas. Toledo tuvo la culpa por no reformar en 360º  la televisión peruana cuando debió hacerlo tras la corrupción del Fujimorismo y ahora estos son los resultados.

Tal vez esta reacción tuvo el Presidente por haber perdido la brillante oportunidad de mantener dentro de su gestión (aunque sea como presidente de la Comisión del Museo de la memoria) al noble Vargas Llosa, quien se fue luego de un intento de sacar de la cárcel a los integrantes del grupo Colina, entre otros. Este premio Nobel lo pudo haber cogido como un gobierno que pone a lo más alto de la intelectualidad peruana para reivindicar los sucesos funestos de la guerra civil por la que atravesó nuestro país en las décadas del 80 y 90. Estando así las cosas ya sabemos cómo se moverán las aguas de las pantallas en estas elecciones que se acercan y creo que Beto Ortiz volverá a tener razón cuando señala que estos dueños se van a mover con todas sus fuerzas para intentar poner a alguien que siga manteniendo sus privilegios


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