miércoles, 29 de junio de 2011

Lamentablemente Ciro está muerto




La semana pasada la provincia de Caylloma declaró al padre de Ciro Castillo Rojo, el estudiante desaparecido en el Colca como “hijo predilecto” por su incansable amor en búsqueda del hijo perdido hace 90 días en la cordillera de la zona sur del Perú. Lo que no sabe nadie aún, o mejor dicho, lo que nadie quiere saber es que Ciro en realidad se encuentra muerto. Al menos para la totalidad de la población que se pregunta y especula sobre las formas en que el muchacho habría sido victimado. La noticia trágica ha pasado al plano del mito urbano – rural y no hay lugar que se asocie con el posible sitio adonde pudo haber llegado Ciro o, más aún, las hipótesis de cómo habría sido victimado son en realidad verdades incorregibles dentro del imaginario social.

Una de ellas narra que en realidad la enamorada no lo quería demasiado como decía y habría estado planeando durante meses el viaje para poder victimar al muchacho con ayuda de una antigua relación quien habría llegado con anticipación a un hotel de la zona, alquilado un pico y una pala y darles encuentro en alguna de estas colinas, en el preciso momento en que la pareja se demostraba “amor”, lo que habría ensañado al ayudante mortal para desaparecer los restos de una manera calculada. Claro, previamente habría estudiado la zona de manera detallada, seguido los pasos estacionales de los cóndores y zorros de tal manera que su hambre carroñera no delate la coartada.

La segunda teoría del posible asesinato parte de la casualidad. Los enamorados secretos estaban discutiendo una vez más – como confirmaron sus compañeros de Universidad en torno a su escabrosa relación – y debido al consumo de dos botellas de pisco que compraron días antes del ascenso al cerro Fortaleza, ella en una de esas reacciones inesperadas pero acostumbradas lo habría empujado hacia el despeñadero causándole un golpe terrible y mortal en la cabeza.

Debido a la magnitud del cuerpo y la imposibilidad de enterrarlo sola, habría esperado que la naturaleza de la fauna y el propio río turbio desaparezcan las evidencias que aún no han podido encontrar. A partir del espacio de dos semanas que estuvo perdida ella, hacer imaginar que él fue al encuentro de ayuda pero se perdió o cayó en algún acantilado del cual nadie puede dar cuenta y obviamente deshidratar su cuerpo para que parezca una escena de extravío real.

La tercera en el imaginario es aún más geográfica y psicológica. Resulta de la pérdida de conciencia motivo de una caída alas rocas tras la discusión en pareja, el muchacho habría vagado sin conciencia y sólo mantenido por su instinto de conservación de la vida, muy primitivo esencial y humano, por diferentes lugares de esta agreste y helada zona geográfica.

Así, por una ruta de esta serpentina cordillerana habría llegado a July y luego Azángaro en Puno o una semana después, algún anónimo mensaje refiere que lo vieron cerca al pueblo de Andagua, Valle de Los Volcanes, por donde diferentes cuencas del Colca pueden llegar para luego mencionar que cerca a Espinar – Cuzco vieron deambulando a un muchacho parecido a él explicando cuál habría sido la ruta que lo habría dirigido hacia esa zona. De tal manera que, ni bien sales de Arequipa, Cuzco, Moquegua o Puno, cualquier cuerpo extraño caminante o desplegado puede ser Ciro y de hecho para mucha gente lo es.

Hay otra que es más escabrosa aún y parte de la conjunción de una coartada pensada en años. Enterados ambos que la National Geographic paga ingentes cantidades de dinero por historias de desaparecidos y sobrevivientes, ambos planearon esta posibilidad de perderse y luego aparecer por alguna zona lejana, contar el día a día en una historia que podría ser novelada y cinematográfica, pero al salirse todo de control, pues al convertirse este en un tema nacional y judicial no habrían podido sostener la mentira, el muchacho auto desapareció, viajó a un país cercano donde cambió de identidad, esperando que las angustias de la familia terminen, las ganas de las autoridades se pierdan y luego aparecer un día de algún año que está por venir en la puerta de su casa cuando ya todos piensen y hayan sentido que realmente Ciro estaba muerto.












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