viernes, 22 de julio de 2011

Así es la historia en “Vaynas”

- Pero se repite en todo Pelotillehue

El alcalde Vaynas aprendió que los mejores negocios, ahora, se cierran en el extranjero y por eso se fue a la China. Porque concretar allí un negociazo, primero pierdes el rastro del dinero, es decir el regalito que le podría haber entregado su socio y financista Germán Febrés, jamás podría ser corroborado por alguna autoridad que fiscaliza en el país de Pelotillehue, menos por su prensa provinciana que apenas utiliza Facebook para contarse la cantidad de cervezas que se tomaron el fin de semana, ahh, y de paso pasarse la voz de sus cumpleaños.

Lo de los viajecitos para conseguir financiamiento o proyectos, cursos, talleres, capacitaciones, diplomados y bostezos, es para entretener al auditorio que igual no le cree, pero se contenta en cierta forma porque los pasajes jamás saldrán a nombre de Vaynas, ni de vaynas. Ojo, para poder utilizar mejor todas estas herramientas sofisticadas de la corrupción en Pelotillehue, obviamente tienes que contar con los malos conocidos. Por eso los traes de su pueblito, donde afilan las uñas recordando tiempos pasados, que fueron mejores, sin duda.

No importa si no haga nada, te traes desde lejos al cajero, al tesorero, al guachimán y hasta al raspadillero todos con la misma cultura y conocimiento, total, administrar una municipalidad en Pelotillehue es lo mismo que empujar el carrito del dinero corriendo cuesta abajo mientras se caen por efectos del viento de la corrupción los billetes para el asesor, para el administrador, para el chupamedias, mientras menos rápido llegué al proveedor, que es el dueño en realidad de esa comuna, mejor. Mientras éstos billetes que salen volando por la ruta de la administración en la comuna de Pelotillehue en cantidades que no superen el 10%, el dueño verdadero ósea Don Febres, no dirá nada, pero cuando ya afecta su bolsillo, entonces interpondrá sus botas.

Mientras tanto la cara de todo esto, ósea, el que ganó supuestamente la elección en esta comuna de Pelotillehue, el país de las maravillas, se contenta con bacanales, hombres y mujeres en rededor, whyski azul, comilonas, viajes todos los fines de semana, eso sí, de vez en cuando una payasada en el circo no le caería mal al respetable. Si esta payasada viene acompañada de reclamos ante la administración central de Pelotillehue, será mejor porque el respetable, pensará que el susodicho tiene carácter de rebelde, aunque lo bufón le sale hasta cuando duerme.

Pero el patrón le impone su autoridad cuando vuelan demasiados billetes y este, como es su costumbre arruga, le flaquean las piernas, suda frío, se ruboriza y se quiere desmayar ¡por Diosss!. Vota a los carretilleros, trata de curarse en salud, pero es tarde porque, como todo esto es improvisado, los carretilleros no se quieren ir con las manos vacías y acusan. Mientras tanto el respetable confirma lo que sospechaba desde siglos atrás, que, por tener un bufón que les alegrara las tardes, ganaron también un alcalde

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