miércoles, 20 de febrero de 2013

Panzones: los grupos educativos




-       -    No ofrecen un servicio, hacen un negocio y son verdaderos filibusteros

Hablando de panzones y de quiénes se la llevan linda, no cabe duda que las corporaciones educativas sobre todo estas vinculadas alguna religión o dogma son las verdaderos panzones (as) que en protuberancia le ganan a cualquiera de los que ahora están en debate a raíz de quien conspira contra quien. Lo cierto es que en esta actual realidad los que siguen creciendo en arcas y en colesterol monetario son los grupos estos que han encontrado en una serie de beneficios y ausencias la mina de oro desde hace muchos años. Estos filibusteros son los que realmente conspiran contra la sociedad.

A nivel nacional la matrícula en las instituciones educativas particulares (muchas vinculadas a universidades) han subido sus pensiones en un 20 % en el mejor de los casos y han llegado hasta un 30% sin el menor desparpajo que les da el “derecho” y libertad de cobrar lo que se les viene en gana. Y esta ya denunciada argolla con las editoriales no ha cambiado en lo más mínimo tras las múltiples evidencias en relación a las prebendas que se les entregaba a directores y promotores olvidándose de la calidad educativa y fijándose sólo en engrosar sus bolsillos.

Actualmente la manera más elegante de quitarles dinero sin mucha justificación a los padres de familia es a través de la educación. La ausencia de una educación estatal de calidad por culpa sempiterna de los gobiernos, dirigencias y leyes anacrónicas, ha hecho que el crecimiento económico que se puede observar en algunos sectores, se plasme en la creación o mayor matrícula de estudiantes en colegios privados con la esperanza de cubrir una necesidad de buena educación, que en muchos casos, en instituciones particulares no es tan cierta como se vende.

Ante la proliferación de covachas educativas en viviendas sin mayor control, las grandes instituciones que pueden atender una educación de “mayor nivel” han empezado a canibalizar a los padres de familia sin mayor regulación y cada año suben matrículas, suman pedidos editoriales, servicios anexos de seguros, movilidad y un sinfín de razones, todo, con el sólo propósito de sacar dinero y comisiones jugosas con estos supuestos servicios. Lo peor: la ausencia de control. Cuando Indecopi intenta regular algo se mete con la escuelita fiscal de la esquina que cobró cinco soles más por matrícula, cuando muchas veces este dinero aprobado por padres de familia justifica una serie de gastos durante el año en el colegio.

Incluso, en una torpe comparsa medios de comunicación y sindicatos se suman al carga montón contra la escuelita, pero con estos lobos disfrazados con pieles de diversas religiones (donde obviamente la católica y sus colegios se llevan el premio mayor), no dicen nada. Con el pretexto de educación privada este principio en realidad ha quedado al desamparo. La mayoría de estos padres de familia, incluso, no son por asomo residentes de sectores A o B, por el contrario son estos grupos emergentes que intentan sacar adelante mediante la educación a sus hijos, pero se encuentran con una traba que se corona en la Universidad  privada que supuestamente es la panacea para del éxito.

Aunque siempre es bueno saber cuál es la madre del cordero para identificar nuestra actual realidad, esto en parte deviene de estos decretos fujimoristas que liberalizaron la educación y donde han nacido la mayoría de estas corporaciones que ahora se les encuentra haciendo política con toda la concha y naturalidad del mundo. Obviamente abogan por el statuo quo e intentar mover un ápice para regular este descontrol supuestamente atenta contra los principios básicos de una sociedad, claro, la sociedad a su medida. Estos colegios y universidades no pagan impuestos y si es que no exceden algunos cobros que tienen que ver con el nivel de las pensiones no les va pasar nada. Claro, como las pensiones las suben, entonces asunto arreglado.

La mayoría de estas instituciones cobran jugosas primas por el sólo hecho de ingresar que puede alcanzar miles de dólares. Esta teoría de conspiración histórica que señala que a los gobiernos les favorece una educación de pésima calidad para que precisamente sus educandos públicos, brutos totalmente no puedan aspirar al reclamo o a la justicia, tiene sentido cuando uno observa que, efectivamente, o no se atiende a la escuela pública o universidades y no se regula al menos estos cobros injustos y usureros de estos verdaderos filibusteros de la educación.





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