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Una detención violenta en Estado de Emergencia ¿Era lo que
necesitaba el ex sacerdote para masificarse?
Sin la
directa intención de querer buscar un reemplazante en el 2016, la detención del
ex sacerdote Marco Arana, ayer en la tarde, por parte de unos efectivos de la
Policía Nacional (http://www.elmundo.es/america/2012/07/04/noticias/1341431051.html)
cuando este se encontraba sentado pacíficamente en una banca de la plaza de
Cajamarca, significa el alumbramiento que un líder que ya era harto conocido en
ciertos sectores y grupos obtenga ahora la característica de popular tras el
sacrificio y tortura que significa ser apresado en un estado de emergencia con
las características que tiene esta excepción legal.
Muchos, entre
los que me incluyo, consideraron que el líder del partido Tierra y Libertad y
un tenaz opositor a la extracción minera en las condiciones actuales en la que
se realiza en el Perú, se debería constituir en el líder de izquierda u
opositor al oficialismo y en general a la derecha que requería el país en las
elecciones pasadas.
Ese 30% ( de
vocación más radical y de posiciones de izquierda) que siempre anda volátil y
flotando en la escena electoral, pensamos en su momento que debió ser copado o
capitalizado por Marco Arana, sin pensar entonces en el vertiginoso e
inesperado crecimiento que tuvo en las últimas semanas la candidatura de
Ollanta Humala en las elecciones pasadas. A Marco Arana (es muy posible) le
faltaba un hecho violento que lo catapultara, como es característica en los
líderes que luego tienen mucha ventaja de llegar al poder.
Le pasó a
Toledo con la Marcha de los Cuatro Suyos y luego a Ollanta Humala con el levantamiento
de Locumba en contra de Fujimori. Toledo ya había tentado suerte postulando en
las elecciones del 1999 sin éxito, pero la marcha de los 4 suyos fue lo que le
dio la imagen de poseer mucho carácter lo que se requiere ante el imaginario popular
de alguien que aspira ser presidente en el Perú. Lo mismo puede estar
sucediendo hoy con esta detención del ex sacerdote Marco Arana, claro, salvando
diferencias y tiempos otros.
Como decíamos,
Marco Arana ya era harto conocido entre los grupos de poder por su posición
anti minera. Había fundado Tierra y Libertad y agrupado a una serie de
intelectuales de izquierda que se habían posicionado en diversos sectores.
Incluso colaboró con ciertos cuadros con la actual alcaldesa de Lima y el
propio Humala, pero aún así, no había tenido el arrastre masivo que supone un
trabajo de largos años en constituir una alternativa seria dentro de la
izquierda.
Por más que
era golpeado por una serie de medios de alcance nacional aún así no se
posicionaba. Y aunque muchos referían que estaba detrás de las protestas tras
el inicio del proyecto Conga su posición política no cuajaba por nada. Pero
esta detención y las consecuencias que salgan de ella, es, tal vez, una
oportunidad que él y sus seguidores estaban buscando sin querer. Por eso, más
allá de arremeter contra el gobierno en un tiempo no tan lejano tal vez debería
agradecerle.
El gobierno
ha logrado de esta manera evidenciar un rasgo que inevitablemente se veía venir:
el represor. No sólo por el copamiento militar con cuadros afines al actual
mandatario en diversas instancias de las Fuerza Armadas, sino por su actitud
cada vez más violenta contra los que protestan. El gobierno se está
convirtiendo, o mejor dicho, se está sacando la careta, y en el transcurrir de
sus acciones está pariendo líderes como Marco Arana, que de consolidarse,
volverían a copar porcentaje volátil que alguna vez apoyó al gobierno actual y
que hoy por hoy se va decepcionando paulatinamente.
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