miércoles, 20 de noviembre de 2013

Acreditarse o morir en el intento



Ha llegado la hora de tomar en serio la acreditación en base a estándares reales y efectivos en el sistema nacional educativo. Y no sólo el escolarizado sino en todo los niveles desde el inicial hasta el superior.  Esto de lucrar con la educación ha llegado a un punto de desequilibrar el sentido de la competitividad en la educación, pero sobre todo, elevar los niveles de equidad y comprensión y aplicación de lo que realmente se debe aprender y qué significativo deben ser estas capacidades para incorporarse a un país que crece en varios sentidos y que lamentablemente en el campo educativo se relega por diversos factores.

Pero acreditarse no significa – lo que hasta ahora están intentando algunas universidades y colegios de “prestigio” en el país.  Es decir, sólo cumplir con requisitos de infraestructura  o ameritar ciertos concursos de desfile escolar o algún premio de matemática que alguna Ugel entregó a un colegio. Más aún, considerando que estos organismos están plagados de incapaces y que los directores – promotores sólo están buscando un rédito de figuración.

 Acreditar significa incorporar estándares únicos pero flexibles de acuerdo a diversas realidades para que los colegios y universidades se muevan y trabajen en función a estos niveles y sea permanente su preocupación de mejorar en calidad. Esto asegura la mejor distribución del dinero de esas instituciones e inclusive la suficiente autoridad – si es que se va acreditando – para exigir recursos en base a su buen desempeño. Por ejemplo la cantidad de alumnos por salón, los conocimientos mínimos en las diversas áreas al termino de cada grado, la capacitación en determinados conocimientos de los docentes, la utilización específica de materiales educativos y  los procedimientos para los mismos y la evaluación permanente y en el campo del cumplimiento de estos requisitos.

Todo, en base a los aprendizajes esperados. No puede ser que un colegio muestre decenas de gallardetes y éste sea un estándar (para ellos) para autodefinirse como un buen colegio. Lo único que podría acreditar esta propaganda ingenua o mal intencionada, es que sus alumnos perdieron más horas de clase en un determinado tiempo, bajo la obtusa comprensión del sentido patriótico. O exponer un único campeón en matemática o comunicación para definir una generalidad mentirosa, es decir que por ese logro, el resto de los cientos de alumnos también sean los mejores en matemática u otra área. La falta de una sola acreditación ha hecho que, los que muestran estos supuestos logros, tergiversen el sentido de la educación  e incorporen medidas y propagandas en los padres de familia para decidir por una institución definida.

Lo mismo sucede con las universidades. No se puede acreditar (como lamentablemente se ha venido haciendo con las facultades de medicina  a través de la ley 27954 de 1999 con la Comisión para la Acreditación de Facultades o Escuelas de Medicina Humana (Cafme)) y decir que ciertos estudiantes hacen investigación de esta carrera porque tienen una resolución de su decano o tengan conocimientos de pediatría porque acreditan haber obtenido un certificado. La acreditación incorpora estándares de medición para que en el caso de investigación haya publicaciones y en el caso de pediatría esos alumnos sepan actuar en casos definidos de atención en pediatría. Doy este ejemplo porque algunas universidades muestran a su facultad de medicina como un “orgullo” de acreditación cuando en realidad es una camarilla que se ajusta a sus intereses y más estriba su preocupación en cumplir con el número de carpetas, ventanas y laboratorios, pues en términos de docentes la cosa es peor, ya que presentan a un médico general que en la práctica enseña cursos de varias especialidades.

Ante esta necesidad nace el Instituto Peruano de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Básica. (IPEBA) un organismo que intenta que las instituciones del nivel escolar obtengan un estándar de calidad que vaya de la mano con el crecimiento económico y atención a las diferentes necesidades de los alumnos(as) en este nivel. Lo que debe fomentarse es la decisión de fortalecer y otorgar capacidades que trasciendan un solo gobierno de tal manera que los logros que puedan obtenerse no se desvanezcan. Cualquier esfuerzo va de la mano con presupuesto y descentralización, sino toda intención cae en saco roto, un signo de que un gobierno realmente no le interesa la educación.

Lea esta columna Cerbatanas enel diario www.proycontra.com.pe

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