jueves, 12 de febrero de 2009

La Punta de Bombom





Capitulo I

Sales por la panamericana Sur a unos 100 KM x hora porque quieres llegar antes de las 9 de la mañana al balneario costeño que se llama “La Punta de Bombóm” porque tiene como escenario principal un cerro que se enclava como un puñal hacia el mar que hace que éste se corte en suaves olas propicias para el mes de febrero. A unos cincuenta kilómetros avanzados un gran botellón (y no de los que ya se observa por carnavales) que hace que una serpiente de carros, motos, y accidentados se obstaculicen en una interminable caminata en pleno desierto del sur peruano, una extensión del cálido Atacama, la más extrema canícula del mundo.

Capitulo II

Mientras uno observa las dunas de tierra, arena, sal y botellas rotas por los incultos transeúntes de carros, no puede dejar de observar como el capital minero se empieza a depositar en la zona como una amenaza (ellos dicen bienvenida) de inversión que llega hasta las últimas colinas de ese mar aún por explotar. “Tía María” se ha denominado la nueva propuesta y ya empieza a enamorar a los pobladores con la promesa del trabajo y asustar a los ambientalistas que no creen que tamaña “minasa” sea la salvación de “todos”.

Capitulo III

Mientras todos caminan buscando un oasis en forma de bodega en medio del desierto, las radios anuncian que una empresa minera – petrolera vinculada a los escándalos de los petrouadios ha sido rematada por gracia y bendición de un presidente aprista que vio en esta venta la oportunidad maravillosa de voltear la hoja de la corrupción. Hablan especialistas anunciando que la venta fue antipatriota, que los impuestos no se pagaron en el Perú, que no hay política minera (que nunca la hubo), que sospechosa la visita de los compradores semanas antes ante el espigado caudillo que necesariamente tiene que bendecir una inversión porque en el Perú – dicen las malas lenguas – no cuentan las instituciones sino el caudillo y su palmadita en el hombro para bendecir el vino de la inversión y la multiplicación de los panes extranjeros.

Capítulo IV

Las Maquinarias en la Panamericana siguen llegando, enormes ejes que no caben en un carril por lo que ocupan casi los dos de la carretera ideada a inicios del siglo XX cuando sólo existían carretas y mulas alpaqueras. Bien a los chalecos fosforescentes y las camionetas 4x4 con circulinas delante y detrás de cada mole que anuncia que la fila interminable de autos seguirá estacionada mientras ellos lo decidan, total, primero es la inversión extranjera y el resto es sólo eso, el resto. Todos los pasajeros en medio desierto entienden ciudadanamente que esta bien, que finalmente eso traerá progreso y capital. Termina de pasar el convoy metálico y empieza la caravana a moverse lentamente, todos suben a sus carros, a sus motos a sus combis, algunos ya se han tomado las provisiones de cerveza del fin de semana, agarran velocidad de 120 por hora, nosotros los seguimos también, ya no nos detenemos en los valles de Cocachacra, Chucarapi o el Fiscal para comprar fruta o alfajores, sólo seguimos raudamente uno por uno como si nos estuviera persiguiendo el diablo o como si presagiáramos que talvez al otro año ya no encontremos esa punta a orillas del mar y sólo haya en su reemplazo relaves, maquinarias, cobre, plata y claro, inversión bendecida por el caudillo.

http://www.federicoabril.blogspot.com/

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