miércoles, 13 de mayo de 2009

El Caudillo




(Del latin: capitellium, cabeza) es un término utilizado para referirse a un cabecilla o líder ya sea político o militar o ideológico. Aunque en un sentido amplio este término se utiliza para cualquier persona que haga de guía de otras en cualquier terreno.


¿Alguien puede inventar un nombre o una frase más caudillista que esta? MERA (Movimiento Esperanza Región Amazónica). Supongo que sería difícil superar ese egocentrismo exagerado de un político regional que le pone su apellido al nombre de su agrupación con el cual pretende aglutinar miles de seguidores que alguna vez tendrán que reemplazarlo en un nombre tan personal que sólo podría ser herencia de sus hijos. Si los Belaunde en el Perú fue una familia de la aristocracia que fundó un partido con enrome aspiración liberal, fue precisamente la familia la que terminó lapidando un proyecto que pudo convertirse en una de esas formas decentes de hacer oposición. ¿Y que es ahora Acción Popular?, una frase del siglo pasado, un grupo de fantasmas que deambulan acomodándose en estos nuevos grupos regionales con nombre de apellidos.

Nicolás de Piérola fue uno de los más claros ejemplos del caudillismo en el Perú. A él le deben los arequipeños el descrédito de un supuesto abandono de las fuerzas del coronel Leyva en tiempos de la guerra con Chile. Una orden suya pensando en el poder y no en la guerra ocasionó este legado con el que cargan ahora los characatos. Al caudillo no le interesa el proceso y la frialdad de las acciones, sino sólo una actuación vehemente y solitaria en búsqueda del poder. Solitaria en su objetivo que comparte normalmente con gente que le dice permanentemente lo bueno que lo está haciendo. En Piérola dos características eran saltantes en su actitud de caudillo: la religiosidad y la mano autoritaria. La religión como instrumento que le ayude la aglutinación y la mano autoritaria para eliminar a sus enemigos. Esa forma de caudillaje del siglo anterior ha mutado a ciertas características en los niveles macro, mediano y micro, pero que siempre tienen una misma raíz. El personalismo y el carisma como principales atributos.

En el Perú la mayoría de nuestros líderes son caudillos, hasta el actual presidente, a pesar de pertenecer a un grupo organizado e histórico, no deja de ser un caudillo que apela a la cuota de poder para satisfacer a sus alfiles más allegados. En las regiones pasa lo mismo sólo que en pequeño y con características más folclóricas. Y no sólo es Mera quien representa un ejemplo de agrupación que linda con la huachafería. Existen variopintos esfuerzos por competir en este concurso regional, sin embargo el mismo Mera no posee esas características que le faltarían para colocarlo, por ejemplo en el Gobierno Regional. El lo sabe, por eso abanica una posibilidad que va desde ese cargo pasando por congresista y seguramente no le caería mal una alcaldía provincial.

El caudillo regional tiene que tener además de estas actitudes, ciertos valores que resaltarán en campaña con mayor claridad: una gran capacidad operativa (más acción que pensamientos) y una gran dosis de instinto que le podrían permitir olfatear el sentido de la oportunidad. Ese instinto innato es, por ejemplo, la característica básica de Robinson Rivadeneyra o el mismo Iván Vásquez y a nivel provincial Charles Zevallos. En estos últimos particularmente se cumple la otra característica del caudillo amazónico: una gran capacidad de humor que sirve para la conquista de la pantalla o del micrófono y, como no, para la conquista de un voto femenino ávido de esa personalidad jugosa y la promesa a niveles estratosféricos.

Los caudillos son más de acción que de pensamientos y más tácticos que estratégicos. Por eso requieren de gente que analice los eventos de la realidad, es decir controladores de la vehemencia y de la personalidad. Si un caudillo no tiene quien lo aterriza entonces cae sin contemplaciones. Es muy difícil, porque el caudillo lo quiere hacer todo y cree que lo hace bien y los ayayeros, lejos de ofrecerles otro panorama, lo alientan ensimismando su ego, obstruyendo la realidad. Eso pasa por ejemplo con la mayoría de autoridades que actualmente sus reflejos se distancian de lo que pasa y construyen en respuesta a su almohada. Es fácil relacionar esto porque sus notas de prensa, tanto del Gorel, Maynas y municipios (con algunas excepciones) son una retahíla de versos y loas que sólo encumbra un espejismo. Si añadimos a esto lo de la enzima neuronal que actúa en el cerebro de los que manejan poder, entonces estamos ante un caudillo sin mucho futuro. Porque los caudillos sí pueden tener futuro, siempre y cuando sepan respirar la realidad y pensar en base a la reflexión. Pero muchas veces no escuchan, porque no los hacen escuchar.

La siguiente contienda será nuevamente una lucha de caudillos, que duda cabe. Aunque hay grupos más estructurados que otros, es casi imposible pensar algún futuro de estos grupos sin sus fundadores, esta dependencia es un valor, pero también es su destino, sin ellos no existen o se extinguen. Así como MERA es una agrupación regional que depende de una sola persona, fácil Unidos por Loreto (Unipol) puede significar Unidos por Robinson o Fuerza Loretana (FL) Fuerza por Iván, Movimiento de Integración Loretana (MIL) puede ser movimiento de integración por Charles o Miloreto, perteneciente a Elisbán o algo que quiere hacer un pastor evangélico, Loreto Restaurado (LR), restaurado, pero por Jhon Quina.

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