miércoles, 16 de septiembre de 2009

Elogio a la locura




El Ministerio de Salud ha presentado un estudio cuyo título dice: Anales de la salud mental: Estudio epidemiológico de la salud mental en Iquitos. Anelhy no creo que haya leído el estudio, pero debe ser parte perdida de algunos de estos números.


Anelhy es una mujer de 29 años que ha terminado sus estudios de Educación en el Instituto Superior Pedagógico de Loreto. Egresó entre las tres primeras de su promoción y si no fuera por cuestiones de presupuesto en su familia, seguramente habría sido la primera de su promoción en sustentar su tesis en Lengua y Comunicación. Ha seguido estudios de Inglés y Artesanía para complementar su formación pedagógica y porque consideraba que, en una posibilidad de trabajo rural, necesariamente tendría que completar sus horas de horario en otras áreas educativas y no quería ser inútil. A duras penas y arrancando los centavos del bolsillo de su madre - porque su padre falleció hace años - ha terminado su carrera luego que por muchos años tuvo que trabajar para poder ayudar a sus demás hermanas por lo que perdió años habiendo podido estudiar en ese lapso quinquenal académico que vivimos al ingresar a los 20. Nunca se desanimó, hasta ahora que ha empezado seriamente en suicidarse.

Anelhy no es loca, pero está a punto de volverse. No en la locura que habla de la enajenación o la pérdida de la razón que establece ciertas normas sociales de comportamiento, pero sí desde el punto de vista de retirarse independiente y sin presión personal y sólo llevada por el desaliento y los malos ejemplos de la sociedad, hacia la muerte. Sin permisos ni penas para nadie. Hace ya dos años que ha egresado de sus estudios y no ha encontrado trabajo. Se encuentra dentro de ese 57.7% de las mujeres loretanas que, según el estudio epidemiológico de salud mental de Iquitos realizado por el MINSA, identifica al desempleo como la causa principal de todos los problemas en el Perú, al desempleo, pero también y aquí sí se apunta directo, pertenece a ese 15.9 % de mujeres que tienen deseos de morir en Loreto y ahora que leerá esto de repente se encasille en el 1.6% que ya tiene planes (mañana o dentro de un año) de quitarse la vida.

Y la deprime más la situación de sus compañeros, porque sabiéndose muy buena en los estudios, hija responsable y cariñosa, hacendosa y siempre alerta a las nuevas tendencias y actualizaciones en su rama, sin embargo muchos de ellos, le han valido un carajo estos requisitos. Muchos, como una expresión de la decadencia generalizada, le han enrostrado sus contratos de trabajo en el Estado y sus credenciales familiares que lo acreditan como muy apto para incurrir en la corrupción, de cómo consiguieron trabajo cuando sea, donde sea y con quien sea. Anelhy ha pensado que debió compartir sus estudios con la militancia partidaria porque calcula, ya sin rubor, que haber militado en uno de estos grupos que ostentan el poder la habría llevado a mejor puerto laboral. “No hubiera estudiado inglés y hubiera adquirido mi carné o mi inscripción”, me dice, con una pena que ya empieza tornarse en peligrosa.


No pertenece a ese 44.3 % de mujeres en la región que han sido víctimas de abuso físico por parte de su pareja, porque aunque no se crea actualmente en esta condición, ella se ha mantenido soltera pensando en no recargar la canasta familiar y además porque no ha llegado el hombre que piense tan planificadamente como hasta ahora ella pensaba. Ni siquiera se ha ubicado en el 8.2 % de mujeres que en Loreto, según el estudio del Ministerio de Salud, han sido maltratadas en el periodo de enamoramiento y talvez tampoco en el abultado 81.8% que recibió tratos inadecuados en el enamoramiento. Talvez esa condición de soltería y cierta pulcritud de comportamiento en el amor, haya sido una de esas variables que ahora intentan llevarla a la perdición de la parca. La defraudan los hombres machistas que ya sabemos que en nuestras localidades son legión, es irascible ante la infidelidad porque intenta llevar los cánones de cristianismo que le inculcó su padre fallecido, y, aunque no le molestan los bailes, la diversión y los paseos, sí se muestra muy negativa al licor y a las drogas con que muchas veces se asocia o se complementa la diversión de “estos tiempos”.


Tiene 29 años y a esa edad la mayoría de mujeres requieren sino fisiológica, al menos emocionalmente tener un complemento a la felicidad pasajera. Al menos a algo que se parezca a eso. No tiene aún un hijo, y menos un prospecto de pareja, no cuenta con trabajo y su madre está empezando a pensar que algo malo hace con los hombres. Se pasea con su currículum por diversas instituciones, lo ha hecho ingresar por Internet, acude a los llamados escabrosos que requieren “señoritas de buena presencia”, pero se da cuenta que las que requieren deben ser jóvenes, muy jóvenes y, aunque ella es muy estilizada y guapa, piensa que sería más fácil transitar por “la buena estadía” que significa pasar el umbral de la muerte, que recurrir a las artes amatorias que no estuviesen motivadas por el amor. Amor, Esa palabra que conoció alguna vez pero que ahora le resulta tan extraña, lejana e improductiva que no le encuentra importancia al observar a sus inferiores yendo, viniendo del trabajo, saliendo los domingos con sus hijos, jugando en el parque, e intentando ser felices al amparo de la normalidad. Una vez más, se reafirma en el suicidio.


Lea:www.federicoabril@blogspot.com


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