jueves, 14 de enero de 2010

La Política y los eslóganes



El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana; el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo.
Winston Churchill

Ha arrancado la campaña electoral pero en la calle parece que la gente ya tiene sus propios candidatos que no necesariamente son los que están en competencia. En realidad no es uno, son todos a la vez porque al interior de la gente existe, como siempre, pero ahora con mayor certeza, el pensamiento que todos los que aspiran a la política son personas que quieren hacer de esta actividad su provecho personal y contra ese descontento no hay nada ni nadie que pueda cambiar esta manera instaurada de pensar del común poblador. Es una imagen de “todos son corruptos”, “es igual con todos” o “que se vayan todos”. La sospecha que hay en el ambiente es intentar saber cuál de esas personas lo va beneficiar de manera directa, independiente de su condición o antecedentes de peculado que hayan tenido cuando fueron autoridad o cuando actuaron en su desempeño dentro del sector público o privado. La idea impuesta es que con ellos o sin ellos casi nada va cambiar.
Porque muchos de los que ahora aspiran a los cargos más importantes dentro de las elecciones de octubre y que ocupan un lugar expectante en la escena electoral han tenido un pasado en la administración pública y de ahí que este factor sea un valor que ya no desgaste tanto. Así entonces en la actualidad, aparecen las mayores críticas en lo que se refiere al Gobierno Regional de Loreto y los principios del discurso que mueven a estos líderes. Por ejemplo a Iván Vásquez Valera, sin duda alguna, se le va atribuir que el concepto gaseoso de la “región productiva” no le será provechoso necesariamente en la masa electoral urbana que no procesa este contenido que sí podría tener como un valor significativo el hombre rural. Así como a Robinson Rivadeneyra nadie le cree el eslogan de “región autónoma” que sigue machacando o que el APRA vaya a utilizar de manera efectiva su: “El Perú Avanza”.
Es obvio que al primero de estos tres grupos – los que sin duda pelearán la contienda palmo a palmo, excepto cualquier out sider de último momento – le toca explicar con más claridad un eslogan cuantificable como es este de “región productiva”, puesto que para eso se requiere de números en créditos agrarios, producción en la región año por año, cantidad de personas beneficiadas y montos entregados para alimentar este principio tan utilizado por Fuerza Loretana. Para el segundo no es necesario mayor recuento pues es más un deseo romántico que no se traduce en datos, acciones o números sino en la decisión de apelar a un sentimiento de libertad sobre el resto del Perú siempre opresor. Por su parte para el gobierno central en realidad puede significar desde la construcción de una vereda peatonal hasta una carretera o la entrega de un colegio o los préstamos entregados a sectores, el Perú Avanza es mas o menos como decir “viva el Perú, carajo”, no requiere de mayor explicación, sólo de un deseo y más parece un molde de la administración pública que una idea fuerza con carácter de campaña.
¿Porque los principios o postulados o rótulos son importantes en la campaña? porque demuestran que es lo que quiere comer el elector día a día o en todo caso sacan por un momento de la incredulidad de saber a ciencia cierta que todos están cortados con la misma tijera y hacen vivir una especie de albur de último momento y recrear la idea que efectivamente, esta vez todo será diferente. Cuando se ideó por ejemplo el “pan grande” en la campaña de Guillermo Billingursth, precisamente era para hacer conocer que la alimentación iba ser mayor a lo que ofrecían sus contendores en cuanto a este producto diario en nuestras mesas, algo similar sucedió con el famoso principio del APRA “Pan con libertad”. Lo deformo Fredemo cuando impuso a secas su “Libertad” que sólo era comestible para un sector A y banquero, en un momento donde la clase política se caía a pedazos por corrupta y anacrónica por lo que “honradez, tecnología y trabajo” del “chino” Fujimori arrasó sin parangones debido además a una imagen austera, sobria y nueva en la escena.
Ahora que a nivel regional se pueden leer en varias pintas en las paredes de la ciudad los adjetivos que por un lado hacen recordar supuestos “deméritos” basados en la corrupción (robo), en la mentira o la acción sórdida con la actuación sexual de los candidatos y por otro, la propaganda con postulados tan inoperantes como ineficaces, parece entenderse que “los supuestos malos y los supuestos buenos”, son siempre los mismos y están tan enredados que hace presagiar que falta un interlocutor de un sentimiento más natural de lo que dice la población a diario o de lo que requiere de manera directa y beneficiosa para su día. Muchos de los candidatos regionales cuentan con la simpatía necesaria, son buenos interlocutores y habladores populares que caen bien, pero esta imagen está construida en base a un personaje que escuchan, simpatizan y hasta ríen con él, pero no necesariamente se cree en él.
Ahora que las ideas, planteamientos e ideologías han muerto y la síntesis de lo fácil y lo accesible atraviesa nuestras vidas, el eslogan se ha convertido talvez en el único mensaje que capta de manera eficiente el poblador. Incluso se convierte un estribillo que se transfiere de esquina a esquina y de manera inconsciente con una facilidad y habilidad que no tiene ni siquiera el candidato que lo profesa. Pero eso requiere no sólo de la supuesta creatividad del conjunto o del líder que impone – según él – el sentimiento popular a su manera, es necesario kilómetros y toneladas de asertividad y empatía social, una conjunción semántica que linde con lo sublime pero que a su vez se digiera directamente, condiciones en las que parece no piensan nuestros mejores representantes.

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