martes, 23 de febrero de 2010

Nueve lobos





Uno de los mitos más comunes acerca del lobo es que se trata de animales peligrosos, más que eso, de animales malvados y que atacan al hombre. Esto no es cierto, si bien el lobo es un depredador, es más bien un animal tímido (o desconfiado) que rehuye el contacto con el humano, y sólo en caso de verse amenazado atacará al hombre”..


Hace muchos años había estado interesado en escribir sobre los periodistas de Iquitos como una manera de rendir homenaje al “espectáculo de la noticia” y de paso conocer los adentros de una serie de personajes que, para efectos de muchas críticas y rumores, eran conocidos como hombres y mujeres que procedían de una estirpe rara y que era mal identificada o distorsionada por los miles de lectores, oyentes o televidentes. A mí siempre me fascinó la idea de saber si en verdad tenían los planteamientos que parecían esconderse en la manera que tenían de hablar o exponer sus noticias y comentarios. Me seduce la idea de saber que esas elucubraciones, que sospecho se arman dentro de un escenario cerebral en estos personajes, sea totalmente cierto, o sólo su trabajo sea tomado como un ejercicio de ganarse la vida y que este ejercicio haya adquirido prestancia en algunos casos y en otros haya llevado a la marginación y lo apestado a otros.

De todos modos, el hecho de intentar presentarlos de una manera diferente era también algo que el público necesitaba conocer. Desde hace ya nueve años (con altas y bajas) que ejerzo el periodismo en la selva peruana ha cambiado mucho de lo que ahora se oferta en el menú noticioso. Por ejemplo, hasta hace poco no se podía observar esa explosión de canales de televisión que ha abundado (entre comillas) la oferta noticiosa y de entretenimiento. Aunque para muchos esto ha jodido aún más la calidad de por sí tan venida menos de nuestra pantalla chica, yo sigo creyendo que se trata de los primeros pasos de un recién nacido que a tropiezos, burradas e ignorancias, tendrá que encontrar el camino y sabor del público para poder sobrevivir. No sé si podamos pedir calidad y cultura, pero lo cierto es que tampoco en la televisión nacional encontramos estos principios, a lo mucho, un poco más de calidad resolutiva e improvisación para poder hacer las cosas a través de este totalizador medio.

A veces esa sentencia, que se tilda en política, también es certera para los periodistas. “Eres lo que la gente dice que eres”, pues para efectos del conocimiento del “populorum” muchos de estas características de la personalidad de nuestros “nueves lobos” han nacido del efecto dominó en los que se generan nuestra definiciones, así, muchos de nuestros representantes tienen epopeyas de coraje que de repente nunca realizaron con la intención del héroe de reinvindicar una sociedad y si lo hicieron se cumplió en el ejercicio natural de un trabajo administrativo. Esa comprobación, o no, de ese fenómeno me corroía el cerebro desde hace un buen tiempo y fue el impulso para iniciar la construcción de un libro de crónicas que alterne con otros géneros y que describa a los “principales” periodistas de Iquitos en una dimensión no conocida para un público que estoy seguro le gustaría conocer también otros aspectos.

Lo hago antes que la prensa escrita termine por dejar de enarbolar candidatos a esta lista privilegiada por la lectoría o sintonía. A pesar de lo que se diga en estos momentos aún hay referencias en la prensa escrita y no sólo por los periodistas que allí puedan estar laborando sino por el mismo medio que se ha vuelto una herramienta elitista de lectura de la realidad un poquito más completa, un poquito nada más. Aunque el proceso del libro está en marcha y “los lobos”, aunque ya están definidos aún no están retratados en su totalidad, hago la aclaración que el texto no pretende ser una réplica de lo que se ha hecho con la entrevista y la reseña en ediciones similares un “Rajes del Oficio”, por supuesto que tiene algo, pero la personalidad de un periodista de la selva y de Iquitos especialmente, sin duda requiere de un seguimiento más tildado de la personalidad y los enjuagues del comunicador. Al menos esa es la intención.

No es igual ser periodista en provincia que en Lima, pero hay que decirlo también, muchos de estos limeños que llegan por acá con aires de suficiencia, la mayoría de veces no tienen la más mínima idea de lo que está pasando en las comunicaciones y grupos de poder en provincia y creen que el conocimiento de las técnicas los hace ser superiores e infalibles. Al menos los que aparecerán en libro se han ganado un sitio a pulso y codazo limpio dentro de las diferentes escalones del periodismo del interior del país, algunos con mayor visión política, algunos con más responsabilidad social y otros con mayor perseverancia e interés personal que respondía lógicamente a la manera de haber sido concebidos y en qué condiciones ingresaron a competir en una sociedad donde ya no queda sitio para el romántico, aunque todavía, y de repente con nuevos bríos a un nuevo agitador.

“Nueve lobos”, que en realidad es una tentativa como nombre y como proyecto pues uno no puede hablar de lo que aún está en proceso, intenta ser el reflejo también de la escenografía regional en cuanto a lo que está pasando en la ciudad y como es abordado por estos personajes. En los últimos años se ha afianzado el divorcio de la agenda noticiosa debido a múltiples razones, una de ellas es sin duda la diseminación de medios en todos los formatos y la aparición de los periodistas como si fueran los cristianos monaguillos de una fe en extinción a la cual ya ni siquiera identifican como su oficio sino como su pasatiempo o como el cachuelo para el desayuno y la diversión.

Por eso, “Nueve lobos” intenta ser talvez una última demostración de lo que el futuro pronto terminará por extinguir para la alegría de los círculos de poder que ahora más que nunca observan que el camino está más limpio y barato que de costumbre. Y se extinguirán sin pena ni gloria y sin que nos demos cuenta, un día del cual tenemos ya el recuerdo.

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