martes, 23 de febrero de 2010

Jaime Bayly presidente


Hemos tenido como presidentes militares, abogados, médicos, economistas, empresarios, arquitectos. ¿Hemos crecido como país? ¿Por qué no un periodista? Dictadores, saco largos, acomplejados, cojos, asesinos, cocainómanos. ¿Por qué no un homosexual, bisexual o lo que fuese?


Jaime Bayly debería ser presidente del Perú para que termine de consolidarse en tiempo real el país que tanto criticamos pero que en el fondo deseamos en nuestra alma perversa –histórica de irnos hacia el despeñadero sin el menor rubor. Jaime Bayly ganaría las elecciones en primera vuelta y sin necesidad de ir a un segundo baloteo, porque llegado el momento, el vendaval que representa tener a un showman como principal animador de las elecciones nacionales, sería incontenible para cualquier candidato por muy nacionalista o por muy encopetado que sea.



Bayly en primera instancia representaría el casi 50% de la población peruana que tiene entre los 18 y 44 años que él actualmente posee. Representaría a la legión de jóvenes que piensan que salir en la televisión diciendo cojudeces es lo más “cool” que podría sucederle a una persona, es el (anti)héroe de una generación que no tiene los medios ni el talento para decirse ante las autoridades una realidad tan chispeante como que: soy homosexual, que ha fumado tanta droga que su cuerpo ha quedado molido y que en cualquier momento morirá de un ataque al corazón y que de vez en cuando le gustan las mujeres y otras veces los hombres. Que hay días que despierta queriendo el cuerpo de un muchacho argentino y otro día el cuerpo blanco de una jovencita de 21 años que no encontró mejor marketing que ingresar al espiral de las cojudeces por televisión nacional sólo para encontrar cinco minutos de gloria.


Bayly es perfecto para nosotros, porque nadie le imputará que ha sido seducido por las fauces de la corrupción pues ¿para que quiere dinero una persona que no piensa vivir más de los 50 años o que en todo caso desea gobernar sólo dos años de su posible presidencia y luego dejarle el poder a su mejor amigo, un abogado que se la sabe todas? Es perfecto porque el primer día que inicie su periodo seguramente decidirá que su primer ministro sería Tongo y el ministro de Medio Ambiente Carlos Cacho y la ministra de la mujer su productora Ximena Ruiz Rosas y el de Defensa Abencia Meza. Que la primera medida que implantaría sería el derecho irrestircto al matrimonio gay y la supresión de las regalías a la iglesia en forma de sueldos a la curia católica y una tercera – la más simpática y cuerda de su desiderata – eliminar administrativamente los más de 100 mil efectivos de las Fuerzas Armadas porque, según él, están en los cuarteles jugando fulbito esperando que suceda una guerra y que, si ésta sucede, igual la perderíamos pues los antecedentes de derrotas que tienen nuestras Fuerzas Armadas acreditan lo que dice Bayly. Los soldados están demás y mejor sería firmar un acuerdo de protección con una potencia que nos quite de la vista las amenazas que podamos tener como país ¿es plausible esta medida? No quepa la menor duda.


No se trata de una revolución contracultural en nuestro país, en el mejor de los casos, nos estaríamos pareciendo un poquito a los países europeos donde una lesbiana puede ser primera ministra y llevar la fiesta en paz, hasta que se le descubra un acto de corrupción. En el país hemos tenido desde presidentes que abandona el país en medio de la guerra, que rematan por centavos decenas de años de concesión de ferrocarriles, mariscales de escritorio, últimamente dictadores de todo tipo y hasta cocainómanos. ¿Porqué Jaime Bayly tendría que ser peor que estos? Sin hablar del saqueo secular al que se ha sometido nuestra patria, con el Francotirador, al menos ya sabríamos o comprobaríamos que el Perú es una especie de sueño americano a lo sudaca: cualquiera puede ser presidente y eso es lo más tolerante y democrático que nos pudiera suceder a lo largo de nuestra historia.



Si la revolución en el siglo XXI significa votar por Bayly, entonces deberíamos ser guerrilleros de esta decisión porque eso significaría que exista un efecto mediático e imitador de superar esta hazaña, es decir, en regiones y provincias empezaríamos a votar por aquellos que apelan a la libertad sexual como manera de escapatoria a sus complejos más íntimos. Entonces para unas próximas elecciones habrían más personas que saliendo del “closet” enarbolen, genuinamente, su opción sexual como aspecto secundario al que no habría que recurrir sólo para mostrarlo como la coquetería natural. ¿Y el debate político? ¿Cuál? ¿Cuándo habido debate político en el Perú? Cuando ha existido realmente nivel intelectual - popular sobre lo que debe hacerse en el Perú. ¿Quién puede hablar por ejemplo del destino del país con candidatos que en su vida han leído la historia a través de Basadre? Acaso no ha primado siempre el poder económico y la picarezca para decir que tal o cual persona podría tener un buen destino político. Acaso hemos visto alguna vez discusión de ideas o ideologías entre los candidatos regionales o provinciales, acaso alguna vez han hablado con propiedad y certeza sobre el destino de la Amazonía, sólo para poner un ejemplo.


Cuantos de estos candidatos que aparecen ahora son mejores que este Bayly. Casi ninguno, al menos el Francotirador intenta escribir comercialmente algo que la juventud llama literatura moderna, urbana o alternativa o gay simplemente, al menos el muchacho malcriado, ex niño terrible ha sabido capitalizar sus condiciones de buen polemista para generar algo de audiencia y poner en debate temas que pasaban desapercibidos, al menos significa una oportunidad para que el desmadre de los políticos – a raíz de su postulación- termine por desnudar nuestro país. Peor no nos puede ir, ¿vamos a estar mejor con él?, tampoco va suceder, no nos iremos al despeñadero porque ya estamos en él, sólo asistiremos al mejor espectáculo de la política peruana, algo de lo que hace Hugo Chávez, sólo que este será el más eximio e involuntario representante de la folclórica derecha peruana. Voto por él.

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