miércoles, 17 de octubre de 2012

Estaban cagados y asustados



- La derrota de Perú según un paraguayo

El defensa paraguayo Miguel Samudio ha explicado a su manera el porqué de la derrota en algunos de los jugadores peruanos. Y no podía ser más explícito. Ha dicho que tanto Luís Advíncula como la “foquita” Jeferson Farfán estaban “asustados y cagados” (se entiende de miedo). Como se reflejó en el partido donde finalmente Perú quedó prácticamente fuera del mundial Brasil 2014, esta conclusión del guaraní, se puede aplicar y hacer extensivo  a todos los seleccionados.

Apáticos desde el arranque, sin ganas, sin fuerza, sin alma. Un equipo que no tiene corazón, que no sabe ofrecer coraje, que no tiene respeto por su camiseta, menos  orgullo personal o profesional. Un entrenador sin carácter para los jugadores y sólo con actitud para defender a sus dirigidos frente a los ataques que estos tienen al momento de pedirles explicaciones. Pusilánimes todos, un reflejo cabal de varios sectores de nuestra sociedad.

Miguel Samudio, sin conocer seguramente los antecedentes futbolísticos y sociológicos de nuestro país ha dado en el clavo de lo que aquí se considera un “criollito”, un “vivo”, un “pendejo”. Ha manifestado en concreto. “Trata(n)  de impresionar y después arruga(n)”. Acaso esa no es la mejor definición de lo que es el futbolista peruano. Un mequetrefe de salón, que se viste con las mejores marcas que nunca pudo tener en su vida miserable a la que ha abonado el verbo callejero para salir campante en programas de espectáculos y con mujeres varias, pero que a la hora de  la hora: realmente arruga.

Y para completar la explicación Samudio, incluso ha sentido pena por los jugadores peruanos, exactamente por esta invención de la prensa deportiva peruana que se llama Jefersson Farfán. Ha dicho. “Es un buena persona, lo único que me pedía era que no lo golpeara más. Lo que pasa es que nosotros metemos” ha dicho el defensa, descifrando el verdadero valor de algunos jugadores nacionales. Sólo le faltó llorar de pena por la “foquita”.

Y aunque Paraguay tampoco irá al mundial seguramente ya habrá conseguido consuelo en nosotros. Al igual que Chile tuvo el consuelo cuando sospechosamente Acazuzo se hizo hacer varios goles y dejarnos afuera del mundial México 86  o cuando permitimos que Argentina nos goleara misteriosamente(con el mismo arquero Quiroga que ahora se rasga las vestiduras cuando comenta el pobre desempeño del equipo) para que pudiera clasificar en el mundial del 78 que luego obtuvieron.

Nuestro país es la justificación perfecta que sobre pasa el futbol. Cuando Chile quiso crecer, se justificó en esta alianza Peruana Boliviana de la Confederación para hacernos la guerra y despojarnos territorios a ambos países. Cuando Colombia quiso llegar al Amazonas se justificó del territorio que le quitaron los Yanquis en Panamá y nos arrebataron Leticia, incluso cuando los bainderantes avanzaban sobre la Amazonía la justificación era la barbarie y el abandono de estos territorios que ya eran peruanos, pero que a nosotros no nos importaba.

El accidente del uno a cero frente a un vergonzoso Paraguay vuelve a vernos en el espejo de lo que realmente somos. Un país pobre de espíritu, perdedor por costumbre y muchas veces sin corazón. Y no se hable que nuestros orígenes son grandiosos y diversos y han estimulado nuestro orgullo y crecimiento económico, ese es un discurso para las matemáticas.  A  todo ese discurso le falta la garra, los huevos, la vergüenza personal. Esos condimentos también son valores de desarrollo. Paraguay podrá no ir al mundial, pero de esos elementos está llena su historia guerrera, por eso sabe que siempre tendrá un grupo de criollos venidos desde otros lugares que se muestran asustados y cagados.







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