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La traición que sienten los maestros debe ser
motor y motivo de reorganización
El Sutep está dividido. Así como
el país en torno al indulto del ex presidente Fujimori. El sindicato de los
maestros pasa quizá por una de sus etapas más cruciales y expectantes en toda
su historia desde su fundación por Horacio Zevallos Gamez. Así como reza uno de
sus principales enunciados en la que basa su unidad: “Maestro, en tu libro de lucha he aprendido que no traicionar es un
mandamiento”, ahora, con la misma convicción, hay miles de docentes que sienten
que la dirigencia les ha incrustado la fatal puñalada de la traición.
Hay quienes desde el
sindicato justifican este “cierre de pliegos” ante el gobierno por el hecho que
el sindicato ya no podía más con la presión de ambos lados. Primero desde el
gobierno y una crítica mediática que ponía a la opinión pública en su contra y
luego desde posiciones más recalcitrantes desde el magisterio que se deleitaban
viendo como se debilitaba la facción de Patria Roja que comanda por más de 30
años el sindicato más grande del Perú.
Antes de morir en
la aplanadora, entre gallos y media noche decidieron el levantamiento de la huelga
sin sopesar la masiva reacción provinciana que están saliendo a las calles en
un último grito desesperado para hacer sentir ante el gobierno que sus reclamos
ni siquiera han sido escuchados, pero sobre todo significa un último grito que
se estará desinflando en las próximas horas pues las amenazas nacionales de
descuentos y el desgaste de la huelga en dos etapas durante este año, harán
retornar a los maestros a las aulas con la rabia de no sentirse representados.
Tal vez la única
anti-victoria que ha conseguido el Sutep en esta huelga es la de haber
conseguido calificar con el epíteto de violentos o pro Conare tan vago y genérico
a todos los maestros de base que se les
oponían a las dirigencias regionales y nacional. Un calificativo que se cree un
sector importante de la opinión pública, algunos medios ingenuos y varios analistas
a sueldo, pero no la inmensa mayoría del profesorado, que saben distinguirse
entre ellos e identifican que es otra burla más de la dirigencia que, con o sin
intención, ha jugado en pared en este tema con este gobierno.
Y puede considerarse
justo el desenlace, puesto que a estas alturas del año escolar una huelga es
realmente inviable. La ley del profesorado es imposible y la propuesta del
Sutep no es más que una coartada para no perder piso ante los que reclaman los
derechos de la anticuada ley del profesorado. Ya el gobierno lo aclaró diciendo
que es posible que tomen en cuenta algún punto de esa propuesta y ellos no han
piteado mucho. Ese “algún”, dice mucho.
Es decir la Ley de
Reforma magisterial va de todas maneras y sólo, objetivamente, se ha ganado un
bono de 300 soles que es la propina de navidad. Por más que digan que la deuda
social referida al luto y años de servicio se pagará de inmediato, ese
beneficio está más dirigido a la cúpula de dirigentes y profesores de larga
data, para los docentes, para la sangre fresca del magisterio, ahí no hay
música para sus oídos, por eso el descontento y el grito de traición que
retumba en las conciencias de los dirigentes.
Pero aún así, el
sindicato debe sobrevivir. Los comandos de reorganización, los transitorios y
las luchas paralelas, les hacen daño a todos. A la cúpula, por supuesto, pero
sobre todo a las bases, pues desarticuladas y sin rumbo la debilidad y la
extinción serán inexorables. La lucha es desde adentro, con propuestas,
organización partidaria, alternativas de lucha, posiciones encontradas, debates
y sobre todo involucrarse en la acción sindical que democratice el Sutep. Esta
batalla, seguramente está perdida, pero al menos abre otra puerta, una
posibilidad de reacción o mejor dicho desnuda una dirigencia que debe ser reemplazada,
pero en los fueros internos del sindicato.
Lea la columna Cerbatanas en: www.proycontra.com.pe
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