viernes, 3 de mayo de 2013

Más viejo y gordo




-       Mi autoestima creo que está por las patas de los caballos

Son las cuatro y 30 de la madrugada. El frío que empujan los árboles me desanima al culo, pero igual me levanto jodido. El espejo rectangular del baño me hace ver más gordo, más negro de lo que soy y con unas entradas que ya dentro de poco ya no encontrarán cabellos que derribar  en su ruta elíptica hacia la nada. Es mi cumpleaños y la verdad que en estas fechas te ves más desalineado, misio y triste. Me baño sin ganas, me afeito como puedo, me arropo hasta el culo, agarro la moto, recorro cinco kilómetros de hielo, cruzo el río, subo la colina, saludo a los borrachos de la madrugada, compro el diario al loco que no deja de contar las noticias, llego a la radio y empiezo inútilmente risueño a hablar en el micro saludando a todos menos a los que me importan.

Hace un año pesaba 75 y ahora casi 80 kilos. No tenía la misma cantidad de canas que ahora parecen escarcha en mi cabeza. No sentía tanto frío en las noches y cuando chupaba aguantaba por lo menos hasta la madrugada. Ahora me duermo antes de las doce o al escuchar al primer cojudo en cualquier reunión que habla de futbol, de religión o peor aún de sus falsas ilusiones con la política. La rutina, aunque con diferentes personajes, suele ser la mismo. Los pepeados que salieron de las discotecas, las mujercitas que intentaron cortarse las venas y más tarde el paquete de promesas del alcalde o del presidente regional. Todas mentiras que te bancas, porque alguna fantasía tienes que contarle a la gente que está al otro lado del micrófono.

Es mi cumpleaños y me da vergüenza que la gente me salude. Piensas que no has hecho lo suficiente, que aún no vives como esos conchasumadre que vuelven de la mina o del petróleo. Todos igual de sucios y  brutos, añorados por las mujeres, respetados por los don nadie, pero con la insolencia de espetarte sus autos, sus billeteras y sus amantes en tu cara. Si este oficio no tiene futuro, es por culpa de esta gente que sin mayor mérito creen que todos deben estar a sus pies. Al menos me consuela pensar que hay por lo menos unos 840  litros de alcohol que podría soportar. (A un litro por semana, cada año podría beber unos 42 litros con pelos y señas). Con 20 años corridos en estos porcentajes me daría por servido y de paso ignoraría la existencia de estos anónimos.

20 años podrían ser suficientes. Para que más. No quieres dejar de lado a los que te quieren tan pronto, esperaré a que se me adelanten algunos, pagaré mis deudas y cierta educación a Santiago y Matheo, el resto que aparezca de pronto. Si es la felicidad vestida de “Santa Rositas”, bienvenidas sean y que lleguen para quedarse. No me voy hacer creyente a estas alturas de mi vida, pero si hay que rezar para que suceda lo mejor, no me hago problema. No soy hipócrita carajo, por eso lo digo para que se den por bien enterados los de abajo y los de arriba. Si los hay, claro.

Pero como van las cosas, mejor sigo dándole al oficio, a la educación y a este intento jodido de comprender, diagnosticar o mejor dicho adivinar lo que nos va pasar. En la madrugada, cuando todos duermen y las calles están vacías, piensas que eres el único. Ya en la masa vespertina – como dice mi hermano Héctor Lavoe – eres uno más.  Reemplazable. Sólo me queda el 18 de abril propio. Feliz cumpleaños Héctor y que te remuerda la conciencia por estar más gordo, calvo, lento y ulceroso. Si hay algún consuelo te diría, me diría, que nadie te quita las noches bailadas y las faldas que no contarás en esta oportunidad.

Lea la columna CERBATANAS en el diario www.proycontra.com.pe










No hay comentarios: