jueves, 18 de septiembre de 2014

Momento de las portátiles



El problema del transporte en Lima increíblemente es la agenda nacional, al menos de la Tv. abierta. No escatiman esfuerzos los canales en transmitir en vivo a cualquier hora del día para verificar que tres oscuras avenidas en la capital, han resuelto su problema con estos buses azules y contarle al país que de eso depende nuestro futuro. Obviamente en época electoral el tema se politiza y todos los implicados quieren aprovechar la coyuntura. Las portátiles en este sentido y en varios, son indispensables.

Generan la expectativa. Se enfrentan a los opositores, pelean por salir en los medios y hacen aparentar que son la mayoría. Lo mismo sucede en las caravanas y mítines. Una masa bien adiestrada suele imponer el ritmo de un candidato y en muchas ocasiones más que una portátil de campaña suele ser un  grupo de matones al servicio contraataque que requieren sus líderes para salir del apuro, que por sí solos, no podrían hacerlo.

Esto revela que la guerra sucia y la matonería se imponen lamentablemente. Ya ningún candidato suele ir solo a sus jornadas de proselitismo. No porque no quiera aparentar que no convoca a nadie, sino porque es secuestrado por este grupo, que normalmente suele obedecer al que paga o promete que saldará este trabajo con alguna prebenda, si es que ganan la elección. Si el candidato tiene alguna posibilidad o si está favorito se vuelve una muchedumbre aún más falsa e impostada.

Ahí empieza la debacle del político. Porque esa aura masiva, supuestamente popular, suele encubrarlo por los fantasiosos aires y hacerlo pensar que ellos representan la mayoría o encarnan las aspiraciones del los que van a ser gobernados. Nada más falso y etéreo. No dura mucho y esa empleocracia eventual, cuando no son correspondidos, suelen ser los peores enemigos que, dada su experiencia de infiltración se encargan de transmitir lo falso, ridículo o débil que suele ser un político. Ahí su entierro. No le creo a los que se pelean por salir en los medios defendiendo una posición, peor aún, porque hacen creer a los periodistas ilusos que también representan la voz de Dios y por eso los reverencian.

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