martes, 16 de octubre de 2007

A rendir cuentas




La cultura de la no rendición de cuentas en el país ha hecho que lo haya empobrecido en todo sentido y ha generado una impunidad en todo el sector público, pero sin duda donde el mayor descaro de esta cultura se observa es en el sector educación. Desde que las políticas de este gobierno ordenaron que los maestros debieran ser evaluados con criterios meramente calificativos y no punitivos, los dirigentes del Sutep lanzaron sus mayores epitafios y amenazas al orden en muchos casos, pero en la mayoría de veces los perjudicados fueron los alumnos y padres de familia.

En China los maestros - que no ganan demasiado a comparación de los sudamericanos – organizan muestras en el salón donde los alumnos identifican el progreso de sus notas y les genera una competencia que luego se trasunta en mejoras en la calidad. Sus funcionarios públicos no dicen que no promueven este hecho que podría sonar a atentatorio en estos lares, pero tampoco lo desalientan. En Corea, donde el maestro si tiene un buen sistema de remuneraciones en base a su clasificación y su producción, son evaluados permanentemente por la comunidad tanto que son en esta sociedad las profesiones de mayor pretensión para casarse entre las mujeres. Dice que les aseguran tres cosas: Prosperidad económica (pues su escalafón les hace ganar hasta 7 mil dólares mensuales – estatus social (pues tienen el reconocimiento de todos al ser considerados los mejores) y una sensibilidad para la crianza de los hijos. En ambos casos, la rendición de cuentas ha sido el puntal decisivo para logros enormes en calidad.

En el Perú no sucede lo mismo, el sistema no sabe absolutamente nada de lo que pasa en las aulas. Los documentos que son dirigidos desde el Ministerio a través de las direcciones regionales y las Unidades de Gestión sirven, literalmente, para enarbolar los anaqueles roídos del sector. Es decir, nadie rinde cuentas a nadie, sino es por un papeleo mensual y anual que es tan vacío y mentiroso que sólo justifica los salarios y beneficios económicos adicionales en estos sectores quienes además se apropian de los recursos ordinarios por el denominado pluss. Ningún sector podría saber como está el rendimiento de sus educandos si no es, hasta fin de año y pero aún detectar si este ha cumplido con los requerimientos académicos que la norma en papel lo exige. Es decir la supervisión. Si eso no sucede con el educando menos se sabe del maestro.

No sólo porque la éste, la legislación lo ha blindado a tal punto que es más fácil sacar al presidente de la república que a un maestro, sino porque los criterios no están establecidos. Un director regional no sabría en el momento si los docentes están cumpliendo o no con los contenidos y objetivos propuestos por su propia gestión. En tiempos en los cuáles no hay dudas sobre la educación como pilar del desarrollo una sociedad tan pobre no puede darse el lujo de desconocer que están haciendo sus maestros, pero aún los padres de familia que hasta ahora sólo han sido considerados para manejar dinero en las Apafas (que dicho sea de paso lo están haciendo bastante mal). Y si de dinero se trata, la inversión no es significativa, es sólo una red informática (programa) donde se establezca que docentes y alumnos registren su trabajo y la comprobación sería inmediata. México esta dando un paso gigante en este sentido y en el Perú mientras se siga cayendo en el desgano y en la actitud que sólo dinero y sueldos mejorarán la educación, seguiremos tan mediocres como lo somos.

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