miércoles, 2 de julio de 2008

Colombroños de la mediocridad




Como era previsible una vez más el estado ha fracasado en su intento de defendernos con audacia e inteligencia en el juicio a Fujimori por la matanza de La Cantuta y Barrios Altos, eso se ha podido evidenciar con más precisión en el tímido interrogatorio que el fiscal supremo Carlos Pelaez ha hecho al asesor Vladimiro Montesinos donde se paseó, limpió el piso, se río, lo educo, lo humilló y lo mandó a buscar su diccionario al geronto magistrado. Patetico. Penoso que un fiscal supremo tenga que ser vapuleado sin cuartel y como un niño frente al paredón del que se supone él es el dueño y el que dirige el interrogatorio.

Aunque resulte difícil que la exageración de la mermelada pueda ayudar de manera efectiva al proceso de su jefe ex presidente (pues hay que ser también un poco ingenuo para ofrecer ese tipo de defensa tan descaradamente fácil y de show sólo para la tribuna), pues mejor hubiera resultado quedarse callado el ex asesor como ya lo ha venido haciendo. Más gana un “asesor de inteligencia”, que debe permanecer callado en todo y esperar que la responsabilidad sea probada por terceros para darse un aire de víctima al final del proceso. Pero lo ridículo de esta actuación del fiscal revela – como otras tantas – que el estado lamentablemente no tiene a los mejores dentro de sus filas y por eso casi siempre pierde los juicios.

Un mejor papel hubiera tenido sin duda el fiscal adjunto Avelino Guillén a quien también Montesinos ha acusado de limpiar un expediente de chuponeo. Era previsible, pues Montesinos se dio cuenta que Guillén es más fiscal que Peláez y por eso de arranque lo incriminó en una de sus estrategias ya conocidas. Pero Peláez siguió dando pena que tuvo que ir a buscar su diccionario cuando no supo el significado de ser colombroño. El ex asesor le respondió “ahora ya lo sabe” y se río y por supuesto en ese momento Peláez quería que termine el interrogatorio.

Esto desnuda el tema de fondo. ¿Acaso en el Estado están los mejores?. Sino demos una mirada a los jefes de todos los sectores, direcciones, gerencias, jefaturas y comprobemos que lamentablemente el sector público se ha nutrido de una dirección amical y/o partidaria en el que el Ministerio Público no necesariamente ha sido una excepción. En un proceso tan primordial resulta imposible creer que este fiscal no se haya estado preparado de tal manera para acorralar al asesor cuando lo tenía envalentonado, acaso no leyó el expediente teniendo en cuenta que se trata de un caso excepcional dentro de su carrera, para no caer en la excusa de su carga procesa, acaso no supo que la mejor entrevista es aquella donde empieza debilitando al oponente en primera, ironizando sobre su actuación, minimizando su poder para terminar alabando su personalidad hipócritamente de tal manera que pueda reaccionar la estampida de su verbo y esperar a escuchar lo que uno quiere escuchar.

Pero no, el fiscal arrugó, le tocaron a su hermano como defensor alguna vez de narcotraficantes y seguramente Pelaez pensó “todos tenemos un pasado” y esperó desmoronarse ante millones de peruanos que observamos una vez más el porque un tipo medio inteligente te puede hacer leña. Colombroños de mediocridad la que hay en la administración de justicia, y en el estado en general, tienen el mismo apellido de la desidia para resguardar nuestros intereses, no se conocen, pero que bien que familiarizan con la estupidez al momento de estar en los tribunales. Mientras no cambie esa actitud, todos los colombroños Montesinos harán lo que quieran. Sino miren las encuestas después de esta primera escena.




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