miércoles, 10 de junio de 2009

II capítulo, luego de la muerte




La mañana del viernes 9 de junio del 2009 debe ser recordado por los nuevos apristas y los militantes últimos como una lección de aprendizaje sobre la arrogancia en la que no se debe caer, en la que su partido volvió a cometer los mismos errores de siempre. Deben recordar y – si tienen algo de espíritu renovador – pensar que la figura de un líder tan cuestionado como Alan García puede ser reemplazado por la decencia de alguien que tenga mejores condiciones morales entre los compañeros. Las matanzas en los gobiernos apristas parecen resultar una especie de venganza inconsciente que el partido aplica recordando su propio holocausto de persecución y muerte que sufrieron a lo largo de su historia. Parece como sí, su máximo líder, quisiera cobrar venganza en acciones y número de lo que a ellos les pasó.

Y es que en realidad no duele tanto los (incontables hasta el momento) muertos indígenas en la Curva del Diablo - Bagua, sino la indiferencia y el discurso violento con el que tratan el tema los apristas, lo peor es que ya no de una manera militante y disciplinada como se suelen llamar sino como una especie de locura fanática de enfrentarse con la conciencia personal por defender la posición de un líder que parece haber perdido la brújula y se comprueba, entonces, que los militantes del APRA parecen defender sus frejoles y su arribismo dentro del partido que sus principios, incluso, en aquellos que naciendo en la propia amazonía suelen ser los que disparan con mayor indolencia. Duele la propaganda televisiva, la indiferencia de los medios, la intolerancia con las ideas contrarias, el chongo parlamentario, el cojudeo de Simon, la cobardía de Pizango y el desorden de liderazgo indígena, pero no duele tanto como escuchar el veneno y fuego de los que dicen defender “el desarrollo en la selva”.

¿Qué es lo que tiene que suceder en el Apra? Por lo menos tienen que irse el primer ministro Yehude Simon y la ministra del interior Mercedes Cabanillas. El primero porque es evidente que ya no resiste la presión de los muertos y el mismo rasguñeo de los compañeros y la segunda porque mantenerla sería aún más torpe que dejarla como fantasma en pena al mando de un ministerio directamente responsable de los muertos. En el APRA, aunque no se crea esto, es posible que la mantengan, no para apoyarla y darle el mismo trato que a Alva Castro cuando la corrupción en el mismo sector campeaba, sino para que la sombra de una figura “dura y recia” como Cabanillas le pueda hacer sombra a las aspiraciones de Alan García en un futuro mediato. Sí, aunque los compañeros hablan de fraternidad, a la vuelta de la esquina, están dando las puñaladas correspondientes y necesarias para dejar moribundos (as) a los contrincantes del caudillo, mientras que el resto, aplaude en silencio pero justifica en público, algo así como lo hacen con las víctimas del enfrentamiento selvático.

¿Y que pasa mientras tanto en la selva? Se refuerzan los grupos regionales, con esta decisión seguramente que los reyezuelos de departamentos siguen teniendo aliento para turnarse en el poder. Todos ellos no tienen el poder suficiente para establecer estas normas que alientan el desconcierto indígena pero sí para encender las posiciones provincianas, es por eso talvez, que la mayoría de presidentes regionales, alcaldes o líderes locales se han mostrado de acuerdo con las posiciones nativas sin ser necesariamente nacionalistas, algo que ha confirmado que en los partidos nacionales no se encontrarán una vez más presidentes regionales o figuras notables con peso de alcance nacional, amarrando más las leyes orientados a centralizar y atar el voto en función a los grupos grandes, sobre todo en partidos políticos o agrupaciones definidas en la esfera electoral.

En todo este contexto parece ser que la suspensión indefinida de los Decretos Legislativos 1090 y 1064 es en realidad el inicio de un segundo capítulo en la lucha nacionalista - Humalista. Reforzados por lo que podría llamarse la victoria de una batalla dentro de una guerra, vendrá la propuesta extrema de declarar este estado de cosas hasta que los 10 decretos en cuestión sean - no suspendidos – sino derogados y esta circunstancia podría darle un permanente caldo de cultivo en la Amazonía pues será difícil que las comisiones o grupos de trabajo que se armen para socializar estos decretos y hacerlos digeribles dentro de las comunidades, puedan tener resultados positivos con la incertidumbre de tanto muerto y desaparecido en el camino largo de la recuperación de la salud mental nacional.

Por eso el paro, más que una amenaza al desastre y el caos que muchos quisieran, será en realidad una catarsis social que podría terminar este primer capítulo sangriento de muertos y desinformación. Quizás a los medios de comunicación – una vez más - les quede como saldo el otro muerto de la incredulidad de sus consumidores. En vez de aprender de los tiempos fujimoristas, de limpiarse de las frivolidades en la era Toledo, se pusieron al lado del camino mientras todo pasaba, prefirieron no contar muertos, no narrar la violencia y sólo leer los comunicados oficiales que en vez de sensibilizar generaban más desconcierto, no sólo de sus autores sino también de los mensajeros. No aprendieron y creyeron que ser “mesurados” era desconocer los hechos talvez porque eran contados por “chunchos” que no necesariamente entraban en los perfiles de sus fuentes, pero ya nadie les creyó porque uno de sus mayores recursos como el Internet y, a través de ellos, los medios internacionales fueron destapando debajo de sus alfombras el polvo del cojudeo que – ¡entiendaannnnllooooooooo¡ - ya no funciona. Me voy al paro y espero que nunca más nos suceda un capítulo más de estos.


Lea: http://www.federicoabril.blogspot.com/





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