jueves, 9 de julio de 2009

Informa y venceras



A pocas cuadras del “centro de la ciudad” usted podrá ver en medio de la falsa elegancia como la alcantarilla nos recuerda, con todos sus colores y olores, como nuestra ciudad vive aún en el siglo XIX. Mientras tanto el debate tiene como corolario – aunque no se diga – otra intención de alcantarilla: Detener una obra y coronarse como los campeones de la caca


Un despelote se ha armado tras el anuncio de la construcción del sistema “integral” de alcantarillado de Iquitos a partir de los primeros meses del próximo año. Por un lado los alcaldes parecen haber armado para el día de mañana toda una asamblea extraordinaria donde su cañón sin duda apuntará al Gobierno Regional que durante meses sistemáticamente tendrá que descontar su canon (ese discurso que no se descuenta lo que aún no se ha entregado es parte del intrinlinguis que nadie cree o que peor aún aumenta la reacción contraria) y por otro parece que un órgano – técnicamente independiente y distante de un discurso político- como la OPIPP parece que tiene que batirse, sable en mano, con toda la pesada batería de aquellos que no utilizan un lenguaje de cifras, años y cantidades sino hablan de posturas, recortes y cálculos electorales; en suma, un debate que cojea de un lado por inercia de los que en primera instancia son los que deberían salir con todo.

El alcantarillado es un tema indiscutible hoy por hoy. En todos los años que se ha ido entregando este beneficio económico – que pocas regiones del país gozan con una licencia autonómica que alcanza la sinvergüencería – en Loreto no ha existido una obra descomunal que acredite o den fe de tamaño presupuesto. Más de 18 mil soles o al cambio unos seis mil millones de dólares que representan una cuarta parte de la deuda nacional externa se han entregado por concepto de canon y hasta la fecha de lo que mejor podemos hablar en “obras de desarrollo” son un sistema de agua que aún no llega a todos y un estadio que no es lo que dijo que iba a ser. Aunque con el transcurso de los años se ha ido desnaturalizando el gasto de este presupuesto derivándose hacia gastos corrientes lo que ha hecho imposible una vuelta atrás en relación a la carga salarial que depende del canon, estas decisiones son responsabilidades anteriores con las que tiene que cargar cualquier gestión que quiera afrontar un reto como la construcción del alcantarillado o un tren a la costa, porque cualquier promesa que no supere a la anterior entonces no valdrá para justificar una elección.

¿Cuál es el problema mayor en esta andanada de críticas que se ha hecho a la obra? No sólo es la forma inconsulta en la que se ha actuado con los alcaldes metropolitanos de Punchana, San Juan Iquitos y Belén, o la poca participación en el presupuesto por parte del gobierno central, es también, la otra acción más autoritaria aún de considerar a las gestiones municipales rurales o alejadas al supuesto beneficio de la obra en ciernes dentro de un paulatino descuento a su canon, de por sí, ya venido a menos por la disminución del precio internacional del petróleo que parece no tener un regreso a la bonanza de los dos años anteriores. (Aunque en realidad sólo volvió a sus niveles en promedio). Aunque es cierto que la inversión del Gobierno Regional en estas jurisdicciones superará el “descuento” en dos tres y hasta cuatro veces más, entonces nos enfrentamos a una realidad poco explicada o peor aún a una desactivación casi natural de los órganos sub regionales y gerencias que han debido alertar e informar de cual sería el procedimiento y afectación al canon para aminorar el retraso que sin duda significará hacer entrar en razón a los alcaldes.

La información como proceso en sí no sólo es un instrumento que acredita el respaldo a una decisión sino que nos encuentra más tolerante ante una posición radical como parecen enarbolar algunas posiciones al respecto. Incluso donde mediante la radio y cierta dirigencia se intente levantar polvo donde el piso está firme. Sin el argumento de alguna encuesta a favor o que la mejor obra es aquella que no se entierra, la construcción del alcantarillado significa un paso hacia la dignidad de una ciudad entera, ni siquiera hablamos de la modernidad, esta obra, es en estos tiempos, pasar de la barbarie de la indigencia a los estratos mínimos de nuestra convivencia que ha crecido en medio de la caca sin que los escrúpulos de las autoridades, que han recibido más 6 mil millones de dólares, se hayan sensibilizado un poco. Que se critique a fondo la corrupción, los sueldos altos de estos funcionarios, que se busque tres pies al gato, que se hable por lo demás pero que se ejecute por el amor a Dios esta obra indispensable para la supervivencia de Loreto.

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