jueves, 15 de octubre de 2009

En octubre no hay milagros





En octubre siempre se siente que el año está terminando. Empiezan aparecer los planes para navidad, las estaciones del tiempo ya no son importantes, las empresas comienzan los arqueos de año, los estudiantes ya respiran vacaciones porque saben que noviembre es un santiamén y diciembre está a la vuelta. Es el mes del Señor de los milagros, de las procesiones de los golpes de pecho y también del momento para intentar alguna reflexión. Pero no deja de ser un mes cualquiera, que significa en realidad ocho (porque en calendario romano esa era su ubicación) y que los milagros no requieren de una fecha sino de una actitud.


PARA. Oswaldo Reynoso es uno de esos autores que uno piensa debió tener mejor suerte y que terminó por ser uno de los olvidados de la crítica y peor aún, olvidado por quienes debieron darle brillo: los lectores. El arequipeño retrata la enclenque moral limeña que, en meses como estos, aspiran a que sus vidas cambien por el sólo hecho de una fe que no consolidan. Retratos urbanos, la vanguardia de lo que hoy conocemos como realismo en todos los campos (incluso el periodístico), se podría decir que resume las envidiadas y apestadas relaciones y frustraciones de las clases sociales en el marco de diferentes gobiernos que hacen lo suyo para ratificarse en el pensamiento que, si no hay milagros en octubre, menos lo va ver en otros meses.
PENSAR Mañana se festeja, conmemora, recuerda, motiva y más aún, se siente el Día Internacional de la Alimentación y las cifras que en general muestran al Perú como un país de inválidos mentales porque, pese a los ingentes recursos naturales que fácilmente podrían revertir estas cifras, aún existe índices de pobreza que se refleja en los niños como la mejor muestra de subdesarrollo. Sólo en desnutrición crónica el Perú ostenta un vergonzoso 25 % en promedio en menores de cinco años. Y la amazonía es una de las que peor se muestra. Aunque estos días que recuerdan que existen realidades que penan a nivel mundial, se requiere menos que un milagro para poder desaparecerlas, lo que sí es un milagro es que lleguen a sensibilizar de manera inmediata y esa palabra olvidada como es justicia social llegue con eficacia a las zonas más pobres
MAS. La Fiscal de Prevención del Delito hace una serie de recuentos de la ineficacia con la que actúan las autoridades en las diferentes áreas y organismos en Iquitos. Y lo hace con la indignación de la funcionaria – magistrada honesta y vital que requiere esta fiscalía para combatir la informalidad e ilegalidad que campea en nuestras narices, pero poco a poco se da cuenta de cómo son los diferentes organismos de la Policía, de los municipios, de las Fuerzas Armadas, de los sectores que tienen a su vez sus despachos y funcionarios que muy bien podrían ejecutar sus operativos y la cosa del caos que representa nuestra ciudad en muchos aspectos, mejore. Poco a poco Emma Vergara nos reseña y hasta nos hace caer en cuenta qué, en cierta forma los medios de comunicación también somos culpables de algo (o mucho). Lo que no dice la fiscal es que ahora ya cuenta con tres fiscalías, con un grupo auxiliar de ocho de sus colegas que auxilian a sus pares y que la fiscalía de 30 servidores con los que contaba hace unos años, ahora ya cuenta con personal que supera los 150. No es suficiente, pero a lo que había antes es 400% más. En ese mismo índice no se han incrementado los delitos y riesgos, antes que un milagro, aquí se requiere más energía.
EN LA IGLESIA Se han propuesto adoptar o acoger o rescatar – como mejor les convenga – a todos los niños que nazcan o que sus padres no quisieran que nazcan aplicando el denominado aborto terapéutico que contempla este procedimiento cuando la madre está en riesgo, embarazos producto de violación y otros clínicamente comprobados como de serio peligro para la vida. La Iglesia, con sus delfines en varios campos de la política y de la vida pública, nuevamente ha vuelto a poner su rostro más conservador dando una salida por demás imposible. ¿Dónde albergaría a los niños no queridos? ¿Quiénes cuidarían a estos niños? ¿Cómo se sentirían estos niños cuando crezcan sabiendo sus condiciones? ¿Legalmente podría configurarse esta condición? Como una parte de la Iglesia intenta abordar al peruano por su lado de la sensibilidad que significa adoptar estos proyectos de niños, quiere ganar el largo debate este a toda costa. La Iglesia no debe entrometerse en política y ésta no debe preguntarle y ni siquiera escuchar al clero para tomar mejor las decisiones. Tal vez uno de los mayores milagros aparezca cuando el padre Arana deje la sotana y se convierta en el mejor respetable offsider de la política peruana.

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