miércoles, 1 de abril de 2009

Los nuevos antropófagos


Porqué comen hombres nuestras autoridades



El plato predilecto de los “Karives” eran los Taínos, esa tribu que recibió amablemente a Cristóbal Colón cuando este desembarcó el 12 de octubre de 1492 con lo que se inició el “sometimiento” americano ante la nueva cultura occidental. Los Karives (ahora Caribes) habitaban en la zona de América Central, pero las historiadoras Parisina Malatesta y Amanda Paltrinieri han demostrado que fue un grupo primitivo culturalmente que había llegado a esta zona desde la Amazonía, eran Antropófagos y sobre ellos hay varios mitos que hablan de su voracidad en platos preparados en base a carne humana, preferentemente el de sus enemigos.
Sus peores víctimas - los Taínos - los llamaron “canibas” de ahí el nombre de generalizado de caníbales que la humanidad les ha dado a los que comían carne humana no sólo como parte de un ritual de venganza – como los caribes – sino como complemento a su dieta: Por ejemplo castraban a los hombres y los engordaban para luego cocinarlos. Estos grupos – no lo dicen las historiadoras – fueron reacios a la llegada de los españoles o en todo caso no aceptaron “la culturización” y resistieron al punto que Isabel la Católica ordenó que fueran diezmados, este fue el pretexto para que los españoles arrasaran con poblaciones enteras aduciendo que se trataban de caribes, al final quedaron pocos que fueron pasando de colonizador en colonizador, luego de los españoles en El Caribe llegaron ingleses, franceses, holandeses, portugueses convirtiéndose en filibusteros a los cuales ya nadie recordaba.
Los Caribes eran amazónicos, por supuesto, pero no eran los únicos caníbales, en Brasil Nicaragua y entre los Mayas y Aztecas se practicó mucho este procedimiento por diferentes motivos que tienen que ver directamente con la escasez de proteínas de animales (la teoría de que el medio condiciona al hombre) y cuestiones religiosas sobre todo en culturas más avanzadas como la Maya y Azteca, lejos de los primitivos Caribes.
Alan García ha dicho que el pueblo colombiano es más hiperactivo porque tiene un pasado antropófago y nosotros somos más tristes, en alusión a una conquista española fácil y a un pueblo sometido por depender mucho de las órdenes de la jerarquías que cayeron también fáciles y que no entendían y no contaban con los códigos occidentales de traición de la que fueron víctimas. El mensaje es claro, el presidente quiere decirnos que la rebeldía tiene que ver con la antropofagia y como nosotros no lo fuimos (al menos en la cultura andina) hubo resignación y sumisión para los que gobernaron como él.
Esta teoría, lógicamente a su modo, volví a escucharla cuando César Hildebrandt estuvo en Iquitos con su novia española Rebeca Diz y resaltó la alegría y cercanía del poblador amazónico ante lo melancolía del andino. Aunque aclaró que esa era también una explicación del porqué no hubiera podido haber un filósofo Kant en el trópico y que por lo contrario los pensadores principales del mundo provenían de las gélidas partes del globo. Nuevamente la teoría está mal explicada y se encuadra en una taxonomía única que en realidad nos convierte en una plantilla genética – cultural que es supremamente falsa.
Lo que sí es cierto es que los antropófagos ahora han subido de categoría social y se han puesto saco y corbata y desde luego se encuentran desde Palacio de Gobierno hasta las municipalidades más pequeñas. Ejemplos: Van a ser tres meses que los petroaudios - donde existen miles de archivos y seguramente están los más encumbrados de los que hoy nos gobiernan – no han sido visionados, escuchados; peor aún, la jueza, que ya renunció, ha dejado a la deriva y a una pizca de la libertad a los que fueron encarcelados. Su jefe (el presidente de la Corte Superior de Lima) fue socio de Alan García y acude a fiestas de militantes de la estrella y aspira que todo sea visto como normal y transparente ¿Antropófago social? Por supuesto, porque pone en tela de juicio todo el sistema judicial y consigo la muerte de la credibilidad en un poder del Estado.

Hace más de medio año, un conjunto de maquinarias de la Municipalidad Provincial de Maynas, están a la deriva, canibalizadas, destrozadas, inservibles, en un fantasma que aún insisten en llamarle carretera a Mazán cerca de Iquitos. La comparsa le pide explicaciones dóciles y esgrime un ladrillo casquivánico que no hace sino sospechar de la inteligencia de la autoridad edil, de la cordura para un cargo con un perfil tan horizontal como el de un vecino. ¿Antropófago social? De ley, porque no hace sino, explotar a quienes dice defender (Capicunas).
Finalmente un representante de una empresa de leche, intenta competir con los eternos antropófagos que brindan este servicio a las municipalidades más pobres de la selva (esa de donde salieron sus antecedentes históricos) y las argucias de una municipalidad pobre como la de Punchana piensa por primera vez, pero para articular una estrategia que beneficie a su hacedor electoral que ahora le vende leche. ¿Antropófago? Claro que sí, porque con la excusa de la plusvalía se birla el poco alimento que debiera ir para los niños más pobres, matándolos no en el palo y en las ramas de barbasco como hacían los Caribes, sino en envases animados que esconde su historia antropófaga.

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