viernes, 21 de septiembre de 2007


Gracias Don Gabriel

Por haber hecho que este mundo parezca un villorrio como Macondo capaz de desaparecer en la más hermosa imaginación de lo increíble y lo realmente verosímil. Gracias por haber creado una Biblia como Cien Años de Soledad que permanecerá para siempre como motivo principal para que la literatura no muera y por supuesto, gracias por haber hecho de tu vida una licencia perpetua para los excesos y los géneros que nos ha permitido a nosotros, los humildes terrenales, tener motivos suficientes para seguirte a lo lejos e intentando remedarte con la simple excusa que un Jesucristo abrió la brecha que hoy algunos periodistas seguimos, o lo intentamos hacer.
Ahora que se cumple 80 años de Gabriel García Marquez, Fermina Daza debe aceptar por fin que Florentino Ariza, luego de un imperturbable tiempo que sin embargo no ha cambiado su deseo, le haga la proposición formal del verdadero amor y terminar con el idilio permanente de El Amor en los Tiempos del Colera, y que el coronel Aureliano Buendía, luego de sus 56 años de raspar la lata de café con oxido esperando que le llegara las noticias de su jubilación, talvez y solo talvez, esta vez deje de esperar para celebrar por un momento tus 80 años en esta vida.
Nadie perdonará al doctor que no salvara a un moribundo y que la Hojarasca llene de hojas y humanos los alrededores de su casa, Don Gabriel, pero quizás por esta ocasión, tu casa, aquella que ayer recibió los 80 cañonazos por la celebración de tu cumpleaños deje de ser ahora un litigio entre los antiguos dueños, el municipio de Aracatacá y los sabuesos maniacos de tu obra y reciba las flores amarillas que te gustan para escribir y aún contenga el árbol enorme de mangos y almendras casi como tu lo dejaste aquella vez que la dejaste porque la vida, como siempre, habría que recorrerla y no esperarla.
Gracias Don Gabriel por no dejarse seducir en todos estos años por la ruleta del poder comercial y política y permanecer incólume como el roble de Macondo con tus ideas y cariños y aunque alguna vez osaron acusarte de antiguo y terco, tu sombra ha crecido tanto que ha enterrado a todos los que hasta ahora te adulan o te critican y los ha sucumbido ante tu genio. Un genio que creció en un clima como este, en un río como éste y con gente como esta, pues el trópico, contrariamente a todo lo que hayan dicho los intelectuales y escritores ha creado la obra y el hombre más humano de la tierra

No hay comentarios: